En la Insoportable Levedad del Ser, Kundera
instala a sus personajes en su República Checa natal y los hace pasar por lo
mismo que él experimentó. Yo no sabía mucho acerca de la invasión rusa a ese
país, pero hace un tiempo me pasaron unos textos extraídos del libro Medianoche en la
Historia, donde
se analiza la obra de Walter Benjamin, específicamente las tesis “Sobre el
concepto de historia”. Dichas tesis fueron escritas entre esos acontecimientos
y el comienzo de la segunda guerra mundial, provocando en Benjamin un afloramiento de ideas que
marcan una visión de la historia bastante peculiar, pero que la mayoría de
nosotros reconoceremos fácilmente en el tema de la Reconciliación, planteada en
Chile como la reparación de los daños, el nunca más, la memoria histórica, etc.
Incluso la serie Epopeya se construye sobre ideas planteadas por primera vez
por Benjamin, como es el hecho de que la historia de los vencedores es la que
construye el supuesto progreso, la que se instala en la memoria colectiva,
ignorando la historia de los perdedores.
Veamos algunas afirmaciones y análisis de la
obra de Benjamin, obra absolutamente actual y oportuna si queremos mirar hacia
el lado:
“Ni la multiplicación del estado social de
Derecho, ni el avance de la democracia liberal, ni el prestigio del discurso
sobre los derechos humanos, ni el crecimiento de la riqueza mundial por obra y
gracia de la globalización económica han conseguido mandar al desván de las pesadillas
la contundente afirmación de la tesis VIII, a saber, que todos esos progresos se hacen sobre las espaldas de una parte de la
humanidad. Y si no hay derecho para unos, aunque fueran pocos, que no lo
son, la justicia del derecho queda en entredicho. Lo cierto es que el derecho
se suspende a voluntad de los poderosos, las guerras producen muertos y la
riqueza, miseria.”
Es importante señalar que el pensar de
Benjamin se centra en el hombre y se construye en forma fragmentaria en su
obra, porque en la realidad que observa se topa con desechos, trabaja en un
mundo que genera desechos, por lo que la obra no hace más que responder a esta
situación.
Dado lo interesante, pero extenso de los
textos que me gustaría compartir, voy a compartir con ustedes algunos
fragmentos, siguiendo la manera de Benjamin. Sin embargo, debo aclarar por qué
Benjamin se fija en ciertos personajes para construir su filosofía, así los
fragmentos van a ir tomando un sentido más profundo.
El sujeto benjaminiano es central por su
debilidad. Es el que sufre y es oprimido, pero que lucha, protesta. Su plus
cognitivo es una mirada cargada de experiencia y proyectada sobre la realidad
que habitamos todos. Esta mirada permite denunciar el estado de excepción
constante en que viven algunos. Para Benjamin, el pasado está vivo y el
presente depende no solo de la historia que fue escrita, la de los triunfadores,
sino que aquellos llamados perdedores. Benjamin critica que demos por hecho que
sólo el pasado de los vencedores tiene futuro, pues sobre él se construyó
nuestra sociedad actual. El alcance de su análisis es demasiado extenso para
intentar resumirlo aquí, así que espero no estar cometiendo errores.
A continuación algunos fragmentos del libro
Medianoche en la Historia:
“Si los
muertos (perdedores) no importan, entonces la felicidad nos es cosa del hombre,
sino de superviviente. Si importa la
vida de todos, entonces relacionaremos la vida frustrada de los muertos con
los intereses de los vivos, negándonos a
un proyecto que supusiera el desprecio a los caídos. Cuando damos el paso
de olvidar la muerte, perpetramos un crimen hermenéutico que se suma al crimen
físico. Nada impide entonces que
apliquemos a la vida individual o colectiva el principio darwinista de que: el
sentido lo encarnan y lo señalan los mejores o más fuertes. Si, pese a ese imperativo
categórico que dice: “reorientar el pensamiento y la acción para que Auschwitz
no se repita”, hechos deleznables como los genocidios, las dictaduras y la
injusticia social se continúan repitiendo, una y otra vez, diferentes partes
del mundo y en diferentes tiempos, incluso ahora mismo en Palestina o La
Araucanía… ¿será que no basta la memoria o porque no hemos recordado bien?
Estas Tesis… vienen a decir que no hemos tomado en serio la memoria” (Texto editado).
“Benjamin, como Kafka, advierte que si las
personas se resisten a su destino, aunque mueren desesperados (y sean los
perdedores), no son indiferentes ante su
terrible destino. Ahí hay pues una reserva potencial inagotable de esperanza,
porque espera su realización” (Texto
editado).
Sin esta reserva inagotable de esperanza, ¿qué
otras fuentes de resiliencia tendría la especie humana? Estamos en un momento
de la historia donde hemos forzado el límite más allá de lo que un adecuado
razonamiento podría tolerar. En la esperanza hay un mensaje de sobrevivencia
que continuamos ignorando. Qué mejor muestra de esperanza que la juventud.
Recientemente, una
niña sueca comenzó una revolución. Es pequeña aún, pero el tiempo dirá qué
repercusiones tendrá, al menos a escala occidental. La memoria no es
suficiente, necesitamos la esperanza como quien necesita el aire. Y ese aire
viene con las ideas de lo que nos permitirá sobrevivir a siglos de “progreso”.
Digo “progreso” porque ha sido a costa de dispararnos en los pies, destruyendo
los ecosistemas que nos dan alimento, agua y aire. ¿Qué otra cosa necesitamos
para sobrevivir, que podamos rescatar?
Veamos el análisis a partir de las figuras
desesperadas que usa Benjamin:
“El flaneur
es un paseante que puebla las grandes ciudades europeas del siglo XIX en las
que ha irrumpido la técnica. Al igual que este personaje, nuestra sociedad se
ha convertido en paseantes de los grandes almacenes donde admiramos mercancías
que, al no poder comprarlas, convertimos en modelos de nuestros sueños. Hemos
perdido el paseo relajado y nos hemos convertido en compradores y clientes;
hemos abandonado la distancia del observador ante la mercancía (como el flaneur), y al mismo tiempo hemos elevado
el escaparate a santuario de nuestros sueños e ideales de vida. El tiempo
libre que ha podido traer el progreso y
la tecnología, al liberar al hombre de buena parte de su esfuerzo, en vez de
ser tiempo de ocio se ha convertido en tiempo de consumo, trabajo, traslados y
trámites” (Texto editado).
El síntoma más claro de este cambio cultural,
se manifiesta en la ansiedad del ciudadano promedio. La publicidad se ha
enfocado particularmente en esta trama de engranajes emocionales (la esperanza
y la búsqueda desinteresada de novedad), que tiran de las cuerdas de los
consumidores. La economía mundial y, por lo tanto, la estabilidad de las
sociedades se basa en el consumo y el crecimiento de la demanda. Sin duda es
una combustible altamente inflamable, y existen modelos financieros cuyo fin es
apostar sobre dónde arderá Troya. A ese nivel de explotación hemos llegado y
convivimos con ello cada día. A este ritmo, tener niveles altos de ansiedad se
volverán un elemento constitutivo de nuestra sociedad y cultura, o tal vez, solo
sea una de las principales causas de muerte, a través de múltiples expresiones
que podemos identificar hoy en día: obesidad, adicciones varias, desórdenes
psiquiátricos.
Hay cifras reveladoras de los cambios
socioculturales que estamos enfrentando actualmente, por ejemplo, las cifras de
enfermedades mentales, conflictos sociales y divisiones culturales que se
relacionan con la imagen y autopercepción, tanto individual como de comunidad.
Cuál es nuestra herencia es un tema de debate actualmente, con el surgimiento
de las pruebas de ADN. Con una muestra de saliva puedes identificar las huellas
genéticas de un largo periplo por el mundo y el tiempo. Inclusive formamos
familias, tan cerca como hace 15.000 años atrás, con otras especies de
homínidos, muy similares a nosotros. Mientras algunos cruzaban el estrecho de
Bearing, en la última glaciación, algunos de nosotros convivían con otra
especie de humanos. En este contexto de relaciones, ¿cuál es nuestra identidad
y nuestros motores de sobrevivencia? ¿A qué debemos prestar atención, para
poder sobrevivir a las equivocaciones que hemos cometido hasta ahora?
El progreso
es relacionado por Benjamin con el fascismo,
ya que ambos tienen en común que desprecian el costo humano y social que lleva
consigo la realización de sus visiones particulares. Aunque cada vez existe más
investigación sobre los costos del progreso, en la práctica estos se asumen
como una consecuencia necesaria, que se puede mitigar en la medida de lo posible.
La visión progresista de la historia
(el objeto principal de su crítica) es que el
progreso se produce gracias a los triunfos y los triunfadores, pues ser
triunfador es señal de ser el mejor, quien civiliza a los bárbaros, quien
potencia las habilidades latentes del hombre. Lo grave de esta visión “no es tanto que produzca víctimas sino que las
justifique y, por tanto, que las reproduzca indefinidamente.”
Benjamin no está de acuerdo con ese progreso
que menosprecia los costos de vidas humanas sobre el que se construye,
generación tras generación. “Lo que significa supeditar la humanidad al
progreso lo cuenta bien el escritor Juan José Millás, mediante el ejemplo de
una salida masiva de automovilistas (como cualquier fin de semana largo en Santiago).
El resultado de esa alocada huída son cuarenta muertos en la carretera. Pero la
noticia periodística no son los muertos, sino los descomunales atascos (tacos).
Como ya se cuenta con que ocurrirá cierto número de fatalidades, lo que se
destaca es la velocidad de los desplazamientos. Así, podemos ver que un gran
problema de la mentalidad progresista es no saber ubicar la sorpresa en el
lugar preciso. El mal del progreso es el olvido crónico. Para construir hay que
mirar hacia delante, decían después de la segunda guerra mundial.”
“No habría que pasar por alto la novedad del
progreso en tiempo de globalización…Si
hubo un tiempo en que el progreso se nutría en el proceso de creación de
riquezas, de la explotación de los trabajadores, de la conversión de negros
africanos en esclavos o de la opresión de los pobres, hoy ya no necesita de
ellos… todo aquel que no forme parte de
la cadena de producción de riqueza está demás, es un estorbo” (Texto editado).
A que viene el nombre de Kundera en todo esto
se preguntarán. Bueno, en un extracto que incluyo de La Insoportable Levedad
del Ser, plantea algo que está inserto en la obra de Benjamin. Aquella
posibilidad del proyecto frustrado, del perdedor cuya posibilidad permite
iluminar el presente. Eso es justamente lo que hace Kundera al pensar sus
personajes, creyendo ver en cada uno la posibilidad de algo que él mismo pudo
ser. A través de este análisis de posibilidades construye uno de los mejores
libros que he leído. A continuación dicho extracto.
“Como dije ya, los personajes no nacen como
los seres humanos del cuerpo de su madre, sino de una situación, de una frase,
una metáfora en la que está depositada, como dentro de una nuez, una
posibilidad humana fundamental que el autor cree que nadie ha descubierto aún o
sobre la que nadie ha dicho aún nada esencial.”
“Los personajes de mi novela son mis propias
posibilidades que no se realizaron. Por eso les quiero por igual a todos y
todos me producen el mismo pánico: cada uno de ellos ha atravesado una frontera
por cuyas proximidades no hice más que pasar. Es precisamente esa frontera (la
frontera tras la cual termina mi yo), la que me atrae. Es más allá de ella
donde empieza el secreto por el que se interroga la novela. Una novela no es una
confesión del autor, sino una investigación sobre lo que es la vida humana
dentro de la trama en que se ha convertido el mundo.”
Nota: Este es un texto antiguo, que ha sido editado y actualizado en abril de 2019, considerando que la temática abordada no se agota. Estamos en un momento de amenaza constante frente al cambio climático y la destrucción de la biodiversidad. Aún está por verse si lograremos mitigar los impactos y cuál será la forma en que nos adaptaremos, pero las señales indican que estamos atrasados y vamos muy lento.
Versión original: https://tamochan.blogspot.com/2007/05/progreso-sin-memoria-walter-benjamin.html
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