martes, 30 de abril de 2019

Progreso sin Memoria: Walter Benjamin (Edición 2019)



En la Insoportable Levedad del Ser, Kundera instala a sus personajes en su República Checa natal y los hace pasar por lo mismo que él experimentó. Yo no sabía mucho acerca de la invasión rusa a ese país, pero hace un tiempo me pasaron unos textos extraídos del libro Medianoche en la Historia, donde se analiza la obra de Walter Benjamin, específicamente las tesis “Sobre el concepto de historia”. Dichas tesis fueron escritas entre esos acontecimientos y el comienzo de la segunda guerra mundial, provocando en Benjamin un afloramiento de ideas que marcan una visión de la historia bastante peculiar, pero que la mayoría de nosotros reconoceremos fácilmente en el tema de la Reconciliación, planteada en Chile como la reparación de los daños, el nunca más, la memoria histórica, etc. Incluso la serie Epopeya se construye sobre ideas planteadas por primera vez por Benjamin, como es el hecho de que la historia de los vencedores es la que construye el supuesto progreso, la que se instala en la memoria colectiva, ignorando la historia de los perdedores.

Veamos algunas afirmaciones y análisis de la obra de Benjamin, obra absolutamente actual y oportuna si queremos mirar hacia el lado:

“Ni la multiplicación del estado social de Derecho, ni el avance de la democracia liberal, ni el prestigio del discurso sobre los derechos humanos, ni el crecimiento de la riqueza mundial por obra y gracia de la globalización económica han conseguido mandar al desván de las pesadillas la contundente afirmación de la tesis VIII, a saber, que todos esos progresos se hacen sobre las espaldas de una parte de la humanidad. Y si no hay derecho para unos, aunque fueran pocos, que no lo son, la justicia del derecho queda en entredicho. Lo cierto es que el derecho se suspende a voluntad de los poderosos, las guerras producen muertos y la riqueza, miseria.”

Es importante señalar que el pensar de Benjamin se centra en el hombre y se construye en forma fragmentaria en su obra, porque en la realidad que observa se topa con desechos, trabaja en un mundo que genera desechos, por lo que la obra no hace más que responder a esta situación.

Dado lo interesante, pero extenso de los textos que me gustaría compartir, voy a compartir con ustedes algunos fragmentos, siguiendo la manera de Benjamin. Sin embargo, debo aclarar por qué Benjamin se fija en ciertos personajes para construir su filosofía, así los fragmentos van a ir tomando un sentido más profundo.

El sujeto benjaminiano es central por su debilidad. Es el que sufre y es oprimido, pero que lucha, protesta. Su plus cognitivo es una mirada cargada de experiencia y proyectada sobre la realidad que habitamos todos. Esta mirada permite denunciar el estado de excepción constante en que viven algunos. Para Benjamin, el pasado está vivo y el presente depende no solo de la historia que fue escrita, la de los triunfadores, sino que aquellos llamados perdedores. Benjamin critica que demos por hecho que sólo el pasado de los vencedores tiene futuro, pues sobre él se construyó nuestra sociedad actual. El alcance de su análisis es demasiado extenso para intentar resumirlo aquí, así que espero no estar cometiendo errores.

A continuación algunos fragmentos del libro Medianoche en la Historia:

Si los muertos (perdedores) no importan, entonces la felicidad nos es cosa del hombre, sino de superviviente. Si importa la vida de todos, entonces relacionaremos la vida frustrada de los muertos con los intereses de los vivos, negándonos a un proyecto que supusiera el desprecio a los caídos. Cuando damos el paso de olvidar la muerte, perpetramos un crimen hermenéutico que se suma al crimen físico. Nada impide entonces que apliquemos a la vida individual o colectiva el principio darwinista de que: el sentido lo encarnan y lo señalan los mejores o más fuertes. Si, pese a ese imperativo categórico que dice: “reorientar el pensamiento y la acción para que Auschwitz no se repita”, hechos deleznables como los genocidios, las dictaduras y la injusticia social se continúan repitiendo, una y otra vez, diferentes partes del mundo y en diferentes tiempos, incluso ahora mismo en Palestina o La Araucanía… ¿será que no basta la memoria o porque no hemos recordado bien? Estas Tesis… vienen a decir que no hemos tomado en serio la memoria” (Texto editado).

“Benjamin, como Kafka, advierte que si las personas se resisten a su destino, aunque mueren desesperados (y sean los perdedores),  no son indiferentes ante su terrible destino. Ahí hay pues una reserva potencial inagotable de esperanza, porque espera su realización” (Texto editado).

Sin esta reserva inagotable de esperanza, ¿qué otras fuentes de resiliencia tendría la especie humana? Estamos en un momento de la historia donde hemos forzado el límite más allá de lo que un adecuado razonamiento podría tolerar. En la esperanza hay un mensaje de sobrevivencia que continuamos ignorando. Qué mejor muestra de esperanza que la juventud. Recientemente, una niña sueca comenzó una revolución. Es pequeña aún, pero el tiempo dirá qué repercusiones tendrá, al menos a escala occidental. La memoria no es suficiente, necesitamos la esperanza como quien necesita el aire. Y ese aire viene con las ideas de lo que nos permitirá sobrevivir a siglos de “progreso”. Digo “progreso” porque ha sido a costa de dispararnos en los pies, destruyendo los ecosistemas que nos dan alimento, agua y aire. ¿Qué otra cosa necesitamos para sobrevivir, que podamos rescatar?

Veamos el análisis a partir de las figuras desesperadas que usa Benjamin:

“El flaneur es un paseante que puebla las grandes ciudades europeas del siglo XIX en las que ha irrumpido la técnica. Al igual que este personaje, nuestra sociedad se ha convertido en paseantes de los grandes almacenes donde admiramos mercancías que, al no poder comprarlas, convertimos en modelos de nuestros sueños. Hemos perdido el paseo relajado y nos hemos convertido en compradores y clientes; hemos abandonado la distancia del observador ante la mercancía (como el flaneur), y al mismo tiempo hemos elevado el escaparate a santuario de nuestros sueños e ideales de vida. El tiempo libre  que ha podido traer el progreso y la tecnología, al liberar al hombre de buena parte de su esfuerzo, en vez de ser tiempo de ocio se ha convertido en tiempo de consumo, trabajo, traslados y trámites” (Texto editado).

El síntoma más claro de este cambio cultural, se manifiesta en la ansiedad del ciudadano promedio. La publicidad se ha enfocado particularmente en esta trama de engranajes emocionales (la esperanza y la búsqueda desinteresada de novedad), que tiran de las cuerdas de los consumidores. La economía mundial y, por lo tanto, la estabilidad de las sociedades se basa en el consumo y el crecimiento de la demanda. Sin duda es una combustible altamente inflamable, y existen modelos financieros cuyo fin es apostar sobre dónde arderá Troya. A ese nivel de explotación hemos llegado y convivimos con ello cada día. A este ritmo, tener niveles altos de ansiedad se volverán un elemento constitutivo de nuestra sociedad y cultura, o tal vez, solo sea una de las principales causas de muerte, a través de múltiples expresiones que podemos identificar hoy en día: obesidad, adicciones varias, desórdenes psiquiátricos.

Hay cifras reveladoras de los cambios socioculturales que estamos enfrentando actualmente, por ejemplo, las cifras de enfermedades mentales, conflictos sociales y divisiones culturales que se relacionan con la imagen y autopercepción, tanto individual como de comunidad. Cuál es nuestra herencia es un tema de debate actualmente, con el surgimiento de las pruebas de ADN. Con una muestra de saliva puedes identificar las huellas genéticas de un largo periplo por el mundo y el tiempo. Inclusive formamos familias, tan cerca como hace 15.000 años atrás, con otras especies de homínidos, muy similares a nosotros. Mientras algunos cruzaban el estrecho de Bearing, en la última glaciación, algunos de nosotros convivían con otra especie de humanos. En este contexto de relaciones, ¿cuál es nuestra identidad y nuestros motores de sobrevivencia? ¿A qué debemos prestar atención, para poder sobrevivir a las equivocaciones que hemos cometido hasta ahora?

El progreso es relacionado por Benjamin con el fascismo, ya que ambos tienen en común que desprecian el costo humano y social que lleva consigo la realización de sus visiones particulares. Aunque cada vez existe más investigación sobre los costos del progreso, en la práctica estos se asumen como una consecuencia necesaria, que se puede mitigar en la medida de lo posible. La visión progresista de la historia (el objeto principal de su crítica) es que el progreso se produce gracias a los triunfos y los triunfadores, pues ser triunfador es señal de ser el mejor, quien civiliza a los bárbaros, quien potencia las habilidades latentes del hombre. Lo grave de esta visión “no es tanto que produzca víctimas sino que las justifique y, por tanto, que las reproduzca indefinidamente.”

Benjamin no está de acuerdo con ese progreso que menosprecia los costos de vidas humanas sobre el que se construye, generación tras generación. “Lo que significa supeditar la humanidad al progreso lo cuenta bien el escritor Juan José Millás, mediante el ejemplo de una salida masiva de automovilistas (como cualquier fin de semana largo en Santiago). El resultado de esa alocada huída son cuarenta muertos en la carretera. Pero la noticia periodística no son los muertos, sino los descomunales atascos (tacos). Como ya se cuenta con que ocurrirá cierto número de fatalidades, lo que se destaca es la velocidad de los desplazamientos. Así, podemos ver que un gran problema de la mentalidad progresista es no saber ubicar la sorpresa en el lugar preciso. El mal del progreso es el olvido crónico. Para construir hay que mirar hacia delante, decían después de la segunda guerra mundial.”

“No habría que pasar por alto la novedad del progreso en tiempo de globalización…Si hubo un tiempo en que el progreso se nutría en el proceso de creación de riquezas, de la explotación de los trabajadores, de la conversión de negros africanos en esclavos o de la opresión de los pobres, hoy ya no necesita de ellos… todo aquel que no forme parte de la cadena de producción de riqueza está demás, es un estorbo” (Texto editado).

A que viene el nombre de Kundera en todo esto se preguntarán. Bueno, en un extracto que incluyo de La Insoportable Levedad del Ser, plantea algo que está inserto en la obra de Benjamin. Aquella posibilidad del proyecto frustrado, del perdedor cuya posibilidad permite iluminar el presente. Eso es justamente lo que hace Kundera al pensar sus personajes, creyendo ver en cada uno la posibilidad de algo que él mismo pudo ser. A través de este análisis de posibilidades construye uno de los mejores libros que he leído. A continuación dicho extracto.

“Como dije ya, los personajes no nacen como los seres humanos del cuerpo de su madre, sino de una situación, de una frase, una metáfora en la que está depositada, como dentro de una nuez, una posibilidad humana fundamental que el autor cree que nadie ha descubierto aún o sobre la que nadie ha dicho aún nada esencial.”

“Los personajes de mi novela son mis propias posibilidades que no se realizaron. Por eso les quiero por igual a todos y todos me producen el mismo pánico: cada uno de ellos ha atravesado una frontera por cuyas proximidades no hice más que pasar. Es precisamente esa frontera (la frontera tras la cual termina mi yo), la que me atrae. Es más allá de ella donde empieza el secreto por el que se interroga la novela. Una novela no es una confesión del autor, sino una investigación sobre lo que es la vida humana dentro de la trama en que se ha convertido el mundo.”

Nota: Este es un texto antiguo, que ha sido editado y actualizado en abril de 2019, considerando que la temática abordada no se agota. Estamos en un momento de amenaza constante frente al cambio climático y la destrucción de la biodiversidad. Aún está por verse si lograremos mitigar los impactos y cuál será la forma en que nos adaptaremos, pero las señales indican que estamos atrasados y vamos muy lento.

Versión original: https://tamochan.blogspot.com/2007/05/progreso-sin-memoria-walter-benjamin.html



 

Cuentos Beauchefianos



El Melón
No me gustan los melones, pero recuerdo el instante en que comencé a respetar esta popular fruta y, de paso, me condujo por los misteriosos caminos del melón con vino, alias Melvin. Ahí estaba yo, con un pequeño escudo en la primera línea de la que sería la última Toma del Puente, cuando veo un enorme melón volando hacia mí. En un segundo cuestioné mi sanidad mental y aun con el melón golpeándome en el estómago pensaba “esto no puede ser posible”. Días después me ofrecieron un Melvin y, por primera vez, decidí probarlo. Un gusto violentamente adquirido debo decir.

La Píldora
Nadie puede saberlo, pero en Filosofía I hicimos un pacto secreto. Yo no les conté, pero el profesor R nos explicó que las píldoras en frente de nosotros nos daban una posibilidad de elegir. La píldora azul nos permitiría seguir con nuestras vidas normalmente, mientras que la roja introduciría caos a nuestra vida. Sólo debíamos tomar ambas y decidir en nuestras casas. Nadie debía decir cuál tomó, ese era el pacto. Nunca nos volvimos a ver con mis compañeros. Ni siquiera recuerdo sus caras. Lo único que recuerdo es a Adam Smith agarrándose la cabeza con desesperación mientras escribía algo.
 


sábado, 27 de abril de 2019

La Creación - La Historia de Yova



Yova era joven para los estándares de los dioses (iluminados). En los últimos 3 mil millones de años, después de su alumbramiento divino, Yova había servido a distintos maestros divinos sin encontrar el propósito de su existencia. Cada maestro le entregaba su particular perspectiva de la vida y la existencia, pero ninguna de estas experiencias le mostraba lo que estaba buscando. 

Su primer maestro le dijo un día –

- Yova, el primero de la última generación. Estás en silencio, pero percibo que tienes algo que decir.
- Si Maestro, pero nadie sabe la respuesta a mi duda.
- Eso suele suceder, es parte de la naturaleza de la energía que nos constituye. Alumbramos en forma de conciencia y poco a poco vamos descubriendo nuestra naturaleza y propósito. Los primeros de nosotros nos preguntamos cuál era nuestro origen durante eones, pero las siguientes generaciones solo querían construir grandes cosas. Y lo hicieron. Todos participamos de la era de la creación, gracias a ellos. Hoy disfrutamos del estudio y el entendimiento de todo lo que sucede en La Obra, pero tu generación no parece disfrutar de este conocimiento.
- Maestro, no entiendo cuál es mi propósito. La creación de las leyes básicas que rigen a los universos es una obra hermosa, es La Obra. Su estudio es muy interesante, todas esas propiedades emergentes a partir de unas simples reglas básicas. Pero no está permitido jugar con ella.
- No es un juego, es el propósito de nuestra existencia. Vivimos para entenderla y así apreciar la magnitud de su perfección.
- Puede ser la vida y existencia de las generaciones pasadas… no de la mía.
- Entiendo tu desdén, la energía creadora de la cual estamos hechos es poderosa en la juventud de nuestras conciencias. Deseas crear tu propia obra, pero tampoco sabes qué es lo que quieres hacer o cómo hacerlo. Tal vez si sirves a más Maestros puedas aprender algunas cosas que sirvan a tu propósito, cualquiera que éste sea.

Así, Yova sirvió a los 7 Maestros de la Gran Reunión, aquellos primeros nacidos que participaron de la era de la creación, y aprendió cómo, a través del desarrollo de la conciencia, se formularon las primeras leyes. Pero también se detuvo largo tiempo a entender de las fallas, los deseos y las disputas que surgieron entonces. La Obra fue un esfuerzo mancomunado de decenas de Maestros, no sin un gran esfuerzo para alcanzar la visión de los 7 Maestros. 

Yova no entendía qué debía hacer. Le asombraba la formación de nuevos universos, nuevas formas de materia y energía, pero tras millones de años de ensayos y errores, las 7 leyes de la existencia eran el mejor resultado de decenas de conciencias de los más grandes Maestros, entre ellos los 7 Iluminados. Todos los Maestros tienen sus primeras creaciones a la vista, para observarlas y aprender de sus primeros errores. La búsqueda de la perfección redundó en una búsqueda de la esencia irreductible, el ingrediente primordial. Pero la barrera estaba en no entender el propio origen de los Iluminados. El ingrediente primordial existía en los Iluminados, pero no era eso lo que usaban para crear, sino la conciencia que nacía en cada alumbramiento. Al entender esto, los 7 Maestros entendieron que el camino era trabajar juntos para reunir las piezas de esta esencia irreductible, o al menos lograr emular su naturaleza impredecible y creadora. Así, se crearon las leyes o compuestos de La Semilla, la fuente de la creación, el mayor logro de la era de la creación.

La creación en cascada que nació de La Semilla fue la que dio origen a La Obra. Grandes estructuras de diferentes universos, una infinidad de posibilidades nacidas del potencial creativo encerrado en La Semilla. Distintas y poderosas energías fluyendo y arremolinándose de infinitas maneras. Una belleza de formas eternas y bordes infinitos.

Unicidad

Yova, ¿entiendes por qué se concibió la Ley de la Unicidad?

Sé qué base tiene, pero no entiendo por qué funcionó. Cada Iluminado podría crear su propia semilla, en teoría, pero en cambio decidieron trabajar juntos.

Durante eones no fuimos más que conciencias en la búsqueda de conocer nuestra verdadera naturaleza, pero no fue hasta que comenzamos a cooperar que nuestro potencial creador apareció por primera vez. Eso marcó el fin de la era del despertar, cuando los primeros maestros se reunieron para intercambiar sus experiencias y aprendizajes adquiridos durante los miles de millones de años previos de existencia, dentro de lo que llamamos El Dominio.

Diversidad

- Maestro, ¿es necesario que vaya a la reunión? 

- ¿Por qué no quieres ir, Yova?

- No los conozco, no sé quienes son mis hermanos. ¿Qué se supone que aprenderé de esa reunión?

- Ya conoces el principio de diversidad. Con la conciencia vino la capacidad de crear, todos los Iluminados la poseen. No sabemos cómo, pero creemos que es parte de nuestra naturaleza. Cada uno de nosotros desarrolla una visión durante el despertar, una formulación de ideas cuyas formas se arremolinan en forma de imágenes, objetos, sensaciones y toda clase de posibilidades. La reunión de los primeros maestros nos enseñó que cada uno de nosotros desarrolla una visión propia, que tiende a divergir de las demás, mientras más tiempo dure el aislamiento. Es por esto que la primera generación nunca pudo concebir la posibilidad de La Obra.