viernes, 13 de marzo de 2015

La Pregunta

El siguiente texto es el primer cuento que escribo, así que espero que les guste.

La Pregunta



Una pareja, de esas que se adoran con toda el alma, sostiene una conversación tierna y profunda, tendidos en un parque, disfrutando del  hermoso día. En ese instante pasa por el sendero cercano una mujer como no se había visto nunca. No solo su porte era deslumbrante, sus senos eran firmes y sus piernas altas y fuertes. Su rostro bello era dulce, pero inteligente.

Él la sigue con la mirada por un instante, ajeno a la conversación, hasta que vuelve la mirada rápidamente al darse cuenta del lapsus. Su mujer lo mira con ojos suspicaces, un poco divertida por la situación y le pregunta 

– ¿Te gusta? –
– ¿A quién no, mírala? –
– Pero me engañarías por alguien así… –
– Lo dudo querida –
– ¡Pero mírala! – Le dice, mientras sonríe por la comisura de sus ojos. Lo está probando.
– Está bien, entiendo tu punto, pero no lo has pensado detenidamente 
– Ah!… ¿No? –
– No querida, no lo has pensado bien –
– Explícamelo entonces… –
– ¿Qué quieres que te diga?, eres demasiado feminista para entenderlo –
– ¿Qué tiene que ver mi postura sobre el rol de género? –
– Que si te digo que esa mujer es un pedazo de carne me tildarás de cerdo machista y no escucharás nada de lo que tengo que decir –
– Ya, ok… pero ese es un buen pedazo de carne, ¿no?– Esta vez la mujer se ríe, dando por ganada la broma.
– Tienes razón, sin duda es el mejor corte que he visto en muchos años –
– Ah! ¿Lo reconoces entonces? –
– Mira, creo que puedo explicarlo en términos no sexistas, ya que quieres oírlo –
– ¡Sorpréndeme! – Le dice ella, mientras sonríe maliciosamente. Lo ha atrapado en su necesidad más básica. El sexo. Tendrá que ceder.
– Tú eres como mi libreta de notas, esa que siempre traigo conmigo, pues mi vida no sería la misma sin la posibilidad de escribir e imaginar el mundo como quiero que sea. Yo soy un escritor y junto a ti creo mi mundo, lo que quiero vivir y experimentar –

Ella, conmovida, le sujeta la mano y lo mira con los ojos anegados de emoción. No debió molestarlo con algo tan simple. Su vida juntos es suficiente para decirle que él la ama por sobre todas las cosas.

– Tú sabes que me gusta leer, ¿no? – Pregunta el, desinteresadamente.
– ¡Eres un devora libros! – Dice ella, feliz de tener a ese hombre junto a ella.
– Bueno, las mujeres son como los libros, querida, los adoro. Pero cuando me casé contigo, decidí no leer más. No necesitaba nuevas historias que me entretuvieran, pues te tengo a ti para crear juntos nuestra propia historia 
– Lo sé querido, discúlpame por haber bromeado con algo así, no fue mi intensión herirte –
– Lo sé, por eso te pido disculpas por lo que diré –
– ¿Qué cosa? – Pregunta ella, extrañada.
– Esa mujer  que acaba de pasar es como mi historia favorita derramada en un libro, tapa dura, hojas gruesas y resistentes, con miles y miles de páginas con la historia más profunda y emocionante que podría leer. Posee una letra tan pequeña que demoraría semanas en terminarlo. No quiero ni necesito leerlo, pero si por arte de magia el libro saltara del estante donde lo dejé y comenzara a seguirme y a narrarme mis partes favoritas de la historia, lo más seguro es que decidiría tomar el libro, irme a la playa yo solo y leerlo sin parar de principio a fin, solo haciendo pausas para mis necesidades básicas y durmiendo lo menos posible
– ¿¡Qué!? –  Descarga la mujer asombrada, con los ojos como plato. Él serio, con la vista puesta en el horizonte, concluye su ilustración de la situación.
– Querida, la posibilidad de que ese libro salga del estante y me susurre partes de la historia es una fantasía, jamás pasaría. ¿O acaso has visto alguna vez un libro que se mueva solo y hable?–
Sin poder contenerse más, el marido comienza a reírse de espalda en el suelo, sin poder contener la emoción de derrotar a la mujer en la broma que ella había iniciado.
– Me lo busqué –
– Así es preciosa, pero sabes lo que me apetece ahora 
– ¿Qué cosa? –
– Acabo de recordar algo que escribí el otro día en mi libreta y me gustaría volver a leerlo un par de veces –


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