jueves, 30 de abril de 2015

Puentes entre lo público y lo privado





Con el incremento de la libertad individual, Chile experimentó un importante proceso de despolitización durante los 80s y 90s. Aunque hoy es posible apreciar una inversión de esa tendencia, aún es aislada y se concentra mayormente en Santiago.

Z. Bauman dice en su introducción de “En busca de la política” que, en el mundo, el incremento de la libertad individual puede coincidir con el incremento de la impotencia colectiva. En otras palabras, lo que observamos como una inversión en la tendencia a la despolitización es el incremento del descontento social, traducido en protestas, marchas, funas y aumento, en general, de los reclamos relacionados con la nula respuesta de las autoridades respecto a las problemáticas de grupos sociales. Esto también ha dado pie a la organización de civiles bajo denominaciones como ONGs, Fundaciones, Sindicatos, Colectivos Artísticos, Colectivos Ecológicos, Agrupaciones Caritativas, etc. 

Pese a esta prolífica generación espontánea-social de organizaciones, la tendencia de las problemáticas no se revierte, sino que se incrementan. Por si no fuera poco, la tierra se revela mediante erupciones, aludes y otros. Después de lo vivido con el terremoto del 27/F, la sensación generalizada es que nada cambió y todo sigue igual. Un poco más ordenadito, pero a lo imbécil.

Lo que vemos es que los puentes entre lo público y lo privado se han derrumbado o nunca han existido siquiera. No tenemos como sociedad un Ágora (citando a Bauman) donde se traduzcan los problemas privados en temas de política pública. Sino piensen en que debemos esperar 10 años para que la educación de párvulos sueñe con entrar en la carrera docente. Y no estamos hablando precisamente de un moco en el tema de la política educacional.

En una publicación anterior hablé de la oportunidad que representaba Populusaurio. Actualmente funciona como una reunión de asociaciones, similar a una expo novios, cada una de las cuales ha tendido un puente propio. Nota aparte, considero fundamental la labor de esas organizaciones y de otras que no participan en esta expo, individualmente no las puedo criticar.

La idea de esta expo es convocar a personas que no tienen puente propio, personas que andan buscando una causa que les dé sentido o bien que los ayude con su problema privado. Ya sea el agua, el techo, el aire, la educación, la salud. Cada persona en Chile debe lidiar con esos problemas sociales en forma privada y aislada de la sociabilización, aislado del ámbito público que podría darle solución a su problema particular.

Mi pregunta fundamental es la siguiente: si además del puente que cada organización tiene, se pudiera crear un segundo puente, nada más, solo uno adicional, anexado a cada organización. Uno llamado Coordinación. En principio, se requiere una motivación siquiera para propiciar la construcción colectiva de un nuevo puente. La colaboración recíproca hacia un objetivo común.

A mi juicio, todas las organizaciones de Populusaurio, así como tantas otras, se verían beneficiadas si la reforma educacional en proceso abordara cada uno de sus temas. Qué mayor impulso a la organización ciudadana tendríamos si los contenidos o la estructura pedagógica permitiera integrar todos los temas en una mira holística que permitiera a los niños, antes de la formación definitiva de opinión, acceder a temas como educación cívica, ecología, economía, sexualidad, religiones, ética, etc.

Voy a ser más claro, para que no quede duda de lo que quiero decir. Los niños no son estúpidos, no conocerán las palabras, pero perciben la violencia cotidianda, la de las noticias, la que ellos mismos reciben de sus pares o adultos en general. La mayoría de los padres cree que los puede aislar lo suficiente, pero cuando usted está viendo noticias sobre un robo, un incendio forestal descontrolado o boletas ideológicamente falsas, lo más seguro (si le importa el tema en cuestión) es que gesticule y termine su intervención con algo como “delincuente culiao”, “gobierno culiao”, “empresarios culiaos”. En general, seamos sinceros, el chileno medio quisiera que todos se fueran a la misma mierda.

Esto no es casual, porque mientras los medios y la sociedad hace eco de estos temas “públicos”, cada uno debe lidiar con sus propios problemas, sin ningún puto puente que cruzar.

Las organizaciones civiles, por su parte, solo son capaces de ver su propio puente. Convengamos en que no resulta sencillo levantarlos. Lamentablemente, el horizonte no es auspicioso. Yo veo dos posibles caminos principales (siempre habrá lo intermedio, por supuesto):

  1. Se establecerá una especie de mercado de puentes.
  2. Se generará una red de puentes de libre tránsito, donde se recupere la comunicación efectiva entre lo público y lo privado.

Z. Bauman es duro al señalar que “las personas que se sienten inseguras, las personas preocupadas por lo que puede deparar el futuro y que temen por su seguridad, no son verdaderamente libres para enfrentar los riesgos que exige una acción colectiva”. Si no le cree a Z. Bauman, pregúntese lo siguiente:

¿Por qué vemos paros de funcionarios de la salud, pero no de los pacientes?: Porque los primeros tienen un trabajo (aunque sea con malas condiciones) y los segundos tienen que estar a las 7 am en el consultorio para pedir una hora que no saben si lograrán obtener. ¡Por eso!
 
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