jueves, 13 de octubre de 2016

De adicciones, guerra y amor

Quiero invitarlos a leer esta entrevista al periodista de investigación Johann Hari, quien tras una gigantesca investigación de 3 años y 9 países ha plasmado sus principales conclusiones en el libro Tras el grito. Esta investigación, como dice el título de este post, se relaciona con las drogas y la manera en la cual la sociedad ha respondido al fenómeno de las adicciones. Como muestra:

"El psicólogo Bruce Alexander, de Vancouver, me explicó todo. La teoría clásica de la adicción viene de un experimento con una rata. A principios de siglo pasado se encerró a una rata en una jaula con dos recipientes de agua. Uno contenía agua corriente. El otro agua con cocaína. La rata prefería siempre la bebida con droga y se mataba de una sobredosis rápidamente.

Décadas después, Alexander pensó: “la rata solo tiene dos opciones”. Construyó una jaula a la que llamó Rat Park. Ahí, la rata tenía un montón de comida, bolas de colores y otras ratas de las que hacerse amiga, jugar y con quien tener sexo. Contempló fascinado cómo las ratas pasaban olímpicamente del agua con droga.

La adicción no la causa la química de las drogas. La causa el aislamiento, la infelicidad y la desconexión del adicto con su entorno. No son las drogas, es tu jaula. Las drogas son solo una adaptación al medio."

lunes, 10 de octubre de 2016

El Árbol de la Vida





Imaginen un bosque, donde las plantas más bajas están acostumbradas a poca luz, mientras que los árboles que en conjunto conforman el bosque, reciben la mayor parte de la radiación solar.

Ahora imaginen que cada mamífero es una planta y, que debido a la evolución, también aparecieron árboles – el ser humano. El mayor consumidor de energía de los mamíferos. 

Ahora imaginen que cada sociedad es una planta y, debido a la evolución, también aparecieron los árboles – aún en discusión. Pero no es difícil reconocer un patrón similar entre los árboles de la multiplicidad de sociedades, el consumo de energía.

Visto desde el punto de vista social, la necesidad de crecer, aprender y ser libres, pareciera tener directa relación causal en la necesidad básica biológica de alcanzar más y más energía. Esa necesidad está arraigada en el momento mismo de la aparición de la vida. No es difícil imaginar que uno de los primeros actos de un ser vivo espontáneamente aparecido fue consumir elementos de su entorno para su asimilación y desperdicios posteriores. La vida y la relación con el entorno son dos formas de decir lo mismo, en esencia. 

El pecado original biológico sería entonces la aparición de mutaciones y el nacimiento de la diversidad y los ecosistemas. Expresado en términos humanos, los ecosistemas son zonas de guerra entre las especies, por los recursos naturales. Una competencia despiadada. 

Una mutación hizo el resto. El humano, en su necesidad de más recursos, alcanzó las mayores alturas del bosque, que tranquilamente podemos denominar Gaia. Después de todo, toda la vida está relacionada con todo lo que la rodea y consigo misma, en todas sus formas y tamaños.

Pero la competencia es despiadada.

Y la sociedad es lo mismo. Aquí la analogía debe volverse surrealista para poder señalar lo que resulta obvio con otras palabras.

La analogía comienza con que cada sociedad es una planta y, debido a la evolución, también aparecieron los árboles. Visto en términos de evolución macro de las sociedades humanas, la democracia sería el árbol que parece dominar el panorama general. Si ajustamos el zoom, dentro del bosque de democracias, hay distintas especies también. Sin duda, podemos decir que aquí la perspectiva de quienes son árboles y quienes no se vuelve un tema complejo de abordar, sin caer en lugares comunes que sean tendenciosos. 

Hasta ahora podemos visualizar capas sobre capas de evolución a través de una analogía, pero nos permite cruzar un umbral difícil de abordar – adentrarnos cada vez más en los detalles de la búsqueda o necesidad de más energía. Este umbral pisa los talones de la fe, los dogmas y la superstición. Si alguien logra cruzar ese umbral, podrá observar el equivalente a las moléculas de ADN agitarse y retorcerse en los embates del medio ambiente social. En ese entorno es donde aparecen distintas mutaciones – nuevas especies de sociedades surgen y florecen en nuevos subespecies cada vez más complejas y especializadas, en una línea de evolución que comienza en tiempos originales de la especie (vida gregaria), mientras que otras, en el curso de la evolución se extinguen (cazadores nómadas). Al igual que en la historia de las plantas, en las sociedades también podemos ver relictos sociales – poligamia, monarquía, teocracias, feudalismos. 

Se puede sentir la tensión y los conflictos de la red social por la necesidad básica de los recursos. También se ve la contraposición que hace la razón, descendiente de la vida gregaria más antigua y bien acomodada, con varias de las subespecies de democracia más antiguas. También podemos observar que si esa vida gregaria antigua se ve amenazada saca las garras sin miramientos, pero eso es otro tema. 

Inclusive, podemos ver por ahí algunas sociedades que son una especie de infección, creadas en laboratorios de sociólogos y expertos en marketing, o por el simple azar. 

Actualmente, podemos mirar a nuestro alrededor y observar el equivalente social a la explosión cámbrica de la biología. A una velocidad vertiginosa, empujada por la mutación que dio origen a la subespecie científico, las comunicaciones han acelerado el ritmo de evolución social y nuevas especies y derivados aparecen por todas partes, todo el tiempo, cada vez más. Algunas viven más y otras mueren pronto.

A esta velocidad comienzan a aparecer árboles por todas partes – apellidos, puestos de trabajo, posiciones políticas, recursos económicos, medios de comunicación, audiencia. Entre estos árboles, sin duda los más altos son aquellos con recursos económicos, pues son el equivalente social a las especies fotosintéticas. Crecen para acumular más y más, y así atrapar más y más energía. En algunas partes se les conoce como rentistas, la especie que vive gracias al tamaño y extensión que le dio la evolución, sin competidores de su talla. Pese a que parecen ser los más altos, en realidad son los más comunes. Como algas, las sociedades acumuladores de energía son organismos sencillos que se diluyen en las cada vez más complejas redes de relaciones sociales, multiplicándose y buscando en cada rincón hasta la última gota de energía. Como un bloom de algas.

A una escala social más compleja, con decenas, cientos o miles de órganos y sistemas inmunes bien aceitados, las sociedades más prósperas y acaparadoras de energía son aquellas con mecanismos de autoaprendizaje y autorregulación social potentes, muchas veces surgidos a partir de una historia larga y difícil de convivencia en un entorno altamente competitivo por los recursos.

El medio ambiente social que podemos vislumbrar a través de esta serie de analogías puede ayudar a interpretar algunos fenómenos sociales, aunque no del todo sus causas. O tal vez sea difícil asumir que las causas pueden ser simplemente producto del caos natural, las mutaciones dentro de cada especie y subespecie social y así en cascada, ocupando cada nicho disponible. Como el cáncer. Si tomamos a las algas-rentistas como ejemplo, podemos homologar a las organizaciones criminales como el alga-cáncer-rentista que carcome las sociedades más complejas, así como a las que no lo son tanto. 

También podemos separar entre fenómenos masivos biológico-sociales y psico-sociales, donde el primero sería, por ejemplo, la epidemia de la obesidad y el segundo sería el fenómeno de la depresión. Dos tipos de patologías sociales entre una infinitud de otras tantas.

Como epílogo a este divagar dentro de una analogía, es curioso imaginar que hasta los árboles más antiguos y grandes pueden despedazarse debido a su propio peso o caer debido al embate de un huracán imprevisto, por puro azar.

No puedo dejar de imaginar enormes araucarias cubriendo grandes territorios, al mismo tiempo que bellas flores medran en lo alto de las montañas, más allá de donde puede llegar cualquier árbol. Tampoco puedo evitar imaginar la sombra que proyecta el árbol que imagina tales imágenes, dándole forma al entorno en la medida que lo invade y lo trasforma todo, en una escalada cuya trayectoria obedece a la misma naturaleza que sustenta una imagen así.

 Fuente Imagen: http://elzo-meridianos.blogspot.cl/2008/08/el-rbol-de-la-vida.html


lunes, 18 de julio de 2016

Poema Sin Título

Sin Título


No es fácil desvertirte
Sin decir tu nombre

Tu sola expresión puede invocar siglos
Y abrir continentes,
Desatar el horror de un vendaval
Inesperado,
Abrir los ojos en plena caída libre.

Nadie te menciona,
Aunque estén suspendidos
En tu presencia dictatorial.

Cómo no observar sin remordimientos
Ésta, la epidemia de la modernidad,
Sin sintomas, sin remedio.

Parece una mar de botes sin remos
Dentro de otros botes a la deriva
Dentro de otros botes,
Así
Hasta más allá de donde se dibuja el horizonte de realidad que puedo ver.

Quién soy yo para juzgar,
A bordo de mi propio bote,
Tan perdido y enfermo
Como todos los demás.

Que hice para tan maldito destino,
Testigo sin privilegios
Del caos
De la silueta de la incertidumbre,
De la tormenta dentro de otra tormenta
Que algún día comenzó.

Quién sabe si alguna vez se acabará,
Como quien busca el fin de los tiempos
En esta aparente expansión cósmica.

Tal vez, sólo tal vez
Se pueda decir tu nombre
Y despertar.

O quizás,
Un destino de ojos bordados
Sea el dulce sueño que antecede
A la locura,
El velo que nos permite navegar,
La inocencia que nos da alas
Para vivir
Otro día más.

sábado, 30 de abril de 2016

Simone vs Winehouse


Estoy escuchando el disco Frank de Amy Winehouse y de pronto me acordé del documental que vi en Netflix sobre su historia. Y no pude evitar recordar el documental sobre la vida de Nina Simone en la misma plataforma. Además de que ambas artistas me gustan mucho, me pregunté qué similitudes hay entre ellas. He aquí lo que puedo decir:

1. Ambas son genios de la música, a su manera. Ídolas!

2. Ninguna se vio a si misma siendo famosa antes de que realmente les pasara.

3. Se piensa a veces que la fama las destruyó, lo cual podría ser media verdad. Detrás hay historias potentes de estas mujeres. En el caso de Simone es más obvio, creciendo en una sociedad segregada, aspirando a ser algo que nadie de su color era (concertista de piano), enamorándose de un maltratador físico y sicológico, en una época en la que los problemas de pareja aún no eran públicos. Quién sabe si toda esa mierda le disparó la bipolaridad, pero básicamente se fue a la cresta. Aunque sobrevivió.

Winehouse es una historia más íntima, pues los hechos por si mismos representan la escena de una adolecencia tardía y desvocada. A mi parecer, era una persona excepcionalmente sensible. Lo deja ver en unas pocas frases que suelta ante una cámara casera, cuando aún estaba en el colegio. La música era lo único que le permitía expresar de verdad lo que sentía, y hay que decir que sentía con intensidad. Ahí está su genio y perdición. Las drogas y relaciones amorosas tóxicas, todo expuesto a la prensa, no es precisamente la mejor forma de salir del hoyo. Que su papá le diga que no necesita rehabilitación no es solo letra de una canción, es realmente así (maldito). Su historia, dado su contexto y sensibilidad-genialidad, es como una tragedia griega, es un caso inevitable.

4. En ambas historias tenemos ejemplos de mujeres que fueron maltratadas sistemáticamente en su vida. Cómo le das autoestima y seguridad a un ser humano de esa forma? Para estas dos mujeres significó la falta de seguridad y herramientas para enfrentar a un medio altamente hostil y violento con ellas. Y ya sea una pareja, un padre o madre, los medios de comunicación, etc. mi impresión es que las mujeres son juzgadas con mucha mayor facilidad que los hombre.

5. Ambos casos pueden ser evitables en el futuro (no inmediato), si se pudiera tomar conciencia. Una sociedad tan machista como la nuestra (Chile, Latinoamérica en general) jamás será libre si una parte de ella está subyugada por el miedo, la injusticia y la violencia.

6. En ambos casos se desperdició universos completos de creación. Así nada más. Puf. Y esto sigue ocurriendo día a día en una industria multimillonaria de tráfico de personas, por decir solo uno de tantos otros contextos.

Alguien me dijo una vez que los seres humanos estabamos hechos para coleccionar cosas. Lo increible es que este principio se aplique a todo, desde estampillas hasta personas.



viernes, 4 de marzo de 2016

La fragilidad de la sociedad





Mientras más lo medito, más me convenzo que la evolución de las comunicaciones parece ser la consecuencia irrefrenable de nuestro crecimiento poblacional. También puede ser visto como la condición necesaria para la estabilidad o mantenimiento de este crecimiento, según como se mire. 

Convengamos en que resulta difícil realizar tales afirmaciones sin algo de justificación, pero no es mi objetivo ahora. Puedo indicar como supuesto fundamental que la existencia de la sociedad moderna es el reflejo de esta suerte de estabilidad (principio antrópico), caracterizada principalmente por la democracia. La democracia puede usarse como el concepto que mejor representa a la sociedad moderna. Estoy consciente de que ésta está ampliamente cuestionada, pero es un referente común.

Lo que estaba pensando es la fragilidad de esta estabilidad, entendiendo que la evolución de las comunicaciones son las que han sustentado en gran parte el aprendizaje social que da cuerpo a la suerte de estabilidad que comento. 

Este aprendizaje social hoy en día es global gracias a las comunicaciones, por lo que es más fácil encontrar discursos comunes ante problemáticas locales. También sustenta el aumento de la diversidad social, pero eso también es otro cuento.

La fragilidad que observo se basa en que damos por sentado la existencia de estas redes de comunicación, por una parte, y que además no es parte del debate las características de su existencia. Por ejemplo, hace poco salió a la luz la negativa de Apple al FBI de facilitar el desbloqueo de sus aparatos, lo cual indica que pese a esta evolución tecnológica aún persisten enormes presiones por su control. Si vemos casos como Snowden o Wikileaks, por mencionar lo más conocido, sabremos que la lucha entre la libertad de circulación de la información y la restricción que proviene desde personas sin rostro es feroz. También es una lucha tan antigua como la historia misma, pero hoy esa lucha tiene consecuencias globales que para la mayoría de las personas pueden pasar desapercibidas.

Además de esta lucha entre poderes históricos, nos enfrentamos a retos más novedosos, como el mismo hecho de la globalidad. Lo que antes era material de historia de pueblos o naciones, si tenemos la suerte de sobrevivir a esto, mañana será historia de todo un planeta.

Lo que la historia nos enseña sobre las caídas de los imperios, los movimientos de las fronteras y otros hechos son solo el “big picture” de temas muchos más básicos y cotidianos, relacionados con la vulnerabilidad y el dolor de las personas más desposeídas, las más ajenas a estas luchas de “gran envergadura”. Durante mucho tiempo hemos estudiado esas grandes luchas y durante mucho tiempo también hemos ignorado sus mayores consecuencias: el número de personas afectadas.

Hoy, debido a la globalización, el panorama de un colapso catastrófico de las redes de comunicación es también global. Parece además que nuestros “grandes” líderes no dan un peso por este aspecto.  Nadie parece verlo salvo los mismos potenciales afectados.

La fragilidad pasa, finalmente, por las mismas razones que los imperios, naciones, familias y “tendencias” tienen una existencia efímera en la historia humana. No importa qué tan grande sea el sueño o la lucha, está siempre declina ante las luchas de unos pocos que lo quieren todo.

Tal vez se ha exaltado demasiado la posibilidad de concretar “el sueño”. La posibilidad de alcanzar la cúspide de algo. Mucho se ha ignorado sobre los grandes abismos necesarios para esto. Para toda gran construcción se requiere cavar un hoyo igualmente profundo. El mejor ejemplo son los niveles de desigualdad local (intra-urbanos), regionales (intra-naciones), continentales y globales. Como un buen fractal, la desigualdad se replica sin grandes diferencias a distintas escalas espaciales. 

El bien común está en segundo plano, si es que ha existido alguna vez. La acción individual sigue siendo predominante respecto a la acción de la mayoría, dando por el suelo el concepto de democracia. Visto así, estamos en una estabilidad inestable, instantánea, solo una fotografía del transcurso histórico.



sábado, 27 de febrero de 2016

Percepción versus "Realidad"





Algo está pasando en la sociedad, en esa masa llamada humanidad. No solo son las redes sociales, ni la rápida evolución de las relaciones y las tribus urbanas. No es solo el individualismo versus el comunitarismo. No es un tema de viejas ideologías contra las nuevas, solo parece ser una evolución que vemos a pedazos. Como los antiguos naturalistas, que salían a terreno a mirar y tratar de entender de qué va esto de la naturaleza, me siento que veo partes de algo que no termino de entender.

Bueno, tal vez lo único constante hoy en día son los partidos políticos, cuya utilidad ha decantado en una especie de línea base de referencia: de aquí tanto hemos cambiado en X e Y tema. 

Es muy probable que no se trate de un cambio neto en la sociedad, sino la evolución de mi propia percepción a medida que me voy haciendo más viejo. Pero es difícil eliminar el sesgo que introduce la propia experiencia, sumado al cúmulo de nuevos conocimientos que circulan en la red, quizás la mayor fuente de conocimientos reales y falsos que existen. 

Tampoco es fácil eliminar el sesgo que produce el propio prisma de nuestras pasiones, parafraseando a Nietzsche. No es lo mismo mi perspectiva hoy, como padre por ejemplo, que mi visión hace 8 años, cuando comencé a llenar de contenidos mi blog, estando aún en la universidad. Las convicciones van cambiando, se descartan algunas, afloran otras nuevas. Lo único claro es la confusión, la mutabilidad de la propia experiencia.

Todo aquel que comparta mi curiosidad furiosa (estilo Jorge el Curioso), o las ganas por aprender de la manera más personal posible podrá vislumbrar que esto no va a ninguna parte. La mayoría del tiempo no es más que un pasatiempo que obsesivamente tratamos de sobrellevar detrás de la cotidianeidad más implacable. No vivimos de esto, pero nos hace respirar las bocanadas más profundas de conciencia. Se transmuta en tu propia forma de vivir, porque quieres ser mejor, quieres que el prisma de tus pasiones distorsione cada vez menos tu propia percepción de realidad. No quieres que nadie te diga qué pensar o qué hacer, quieres hacerlo a tu manera.

Hay momentos en los que duermes una mierda y el estrés lo domina todo. Estás tratando de hacer una vida, de sustentar una familia tal vez o de crecer en tu carrera o en tus relaciones. Pero estás solo, pues a medida que más aprendes te das cuenta que no hay recetas, ni estereotipos que valgan, salvo detrás de una rutina de humor más o menos polémica. Hay que luchar cada día, cada segundo para no caer en la inconciencia, en la monotonía de la repetición.

Suena la alarma, te duchas, haces el desayuno, vistes a tus hijos, los llevas al colegio, vas a trabajar, trabajas, vuelves a tu casa, lavas los platos, cocinas, ordenas, preparas el siguiente día, te pones al día con tu pareja, tal vez su cacha loca, te duermes. Y vuelves a empezar.

Eventualmente cambias de trabajo, tienes otro hijo, nace una estrella, se muere un pariente, explota una bomba, se descubre vida en otros planetas. Cosas que pasan o que pueden suceder. Si has leído Fundación o Duna, sabes que las posibilidades son infinitas. También sabes que la probabilidad de tu propia existencia tiene varios ceros después de la coma. También puedes presumir que la probabilidad de vida en tu planeta tiene varios cientos de ceros después de la coma.

Simplemente todo es demasiado improbable, pero sin embargo es real, está ahí golpeando tu cara hasta el instante en que te hundes en tu rutina y todo se pierde en la bruma de lo cotidiano.

Hasta que vuelves a despertar de esa bruma, y entonces ves que las cosas están cambiando. Pero es muy probable que seas tú quien está cambiando. Simplemente nunca lo sabrás, o será muy tarde para hacer algo basado en pruebas concretas. Las probabilidades son implacables: la mayoría de las decisiones que tomes serán detrás de esa bruma y, siendo generoso, en las restantes decisiones estarás abrumado por hacerlo rápido, antes de caer nuevamente en inconciencia de la rutina, antes de que vuelva a sonar la alarma de un nuevo día.