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sábado, 10 de marzo de 2018
Fungle, el Gonpo
A pesar de ser ingeniero, y digo "a pesar" para hacerme cargo de prejuicio que existe sobre esta clase de profesionales, amo las letras en todas sus expresiones, y la música, el cine. Se puede decir que tengo alma de artista.
Dentro de esta suerte de alma oculta (no tan oculta gracias a este blog), lo que más me empuja es escribir. Seguramente se debe a que soy pésimo hablando, pero en fin. También me gustan las buenas historias y hace poco me encontré con un libro relativamente desconocido. Se llama Fungle, el Gnopo y fue escrito por un tipo llamado Alan Aldrige, en colaboración con Steve Boyett e ilustraciones hermosas del autor, también con la colaboración de dos personas más.
El autor murió en 2017, a los 78 años, y es reconocido por sus ilustraciones para artistas como Los Beatles, The Who, the Rolling Stones, Elton John, entre otros (fuente). Entre sus múltiples trabajos, decidió escribir un libro con claros aires tolkianos, pero de una originalidad muy particular y ambientada en tiempos modernos. Pueden ver algunos comentarios de otros lectores acá. Personalmente, creo que el aire tolkiano se le atribuye por su magnífico detalle de la naturaleza y la maravillosa interacción con el entorno que se transmite a través del protagonista. También está la componente histórica, porque el personaje forma parte de una trama más antigua e interesante de lo que se deja ver en un comienzo.
No les mentiré, es difícil de tragar al principio, porque avanza lentamente, igual que la personalidad profunda y reflexiva del protagonista. Poco a poco se va abriendo la trama, a medida que se introducen nuevos personajes y se desarrolla el conflicto.
En síntesis, lo amé. Pero también me produjo un serio conflicto llegar a un final abierto y descubrir que no existe secuela. Sinceramente, me obsesioné con el problema de no tener un final más concreto. Había escuchado hablar de libros escritos por fans, como en el caso de Harry Potter, así que me puse a investigar en qué consistían. Se les llama fanfics o fanfiction, pero no es fácil pasar la autorización de los autores, menos si éste ha muerto.
¿Qué más podía hacer?... inventarme el final. En una pequeña página hice un esquema a medida que pensaba en el desarrollo a continuación y ya tengo una idea aproximada del final y la cadena de eventos hasta éste. Obvio que un final que me gusta a mi, pero un final concreto, al fin (mi obsesión remite al fin).
No sé si podré escribirlo, porque es un trabajo arduo y criar no deja mucho tiempo extra. Si algún día me gano la lotería, tal vez podría lanzarme. Tal vez lo haga igual, pero como con otros proyectos, es más probable que acumule polvo en alguna caja, en los próximos años.
Eso me lleva a la siguiente reflexión:
En un mundo tan interconectado como el nuestro, donde todo avanza a una velocidad cada vez mayor, cuántas historias e ideas yacen ocultas en cajas, carpetas, bodegas o simplemente en la cabeza de las personas. Pienso que debe ser varios órdenes de magnitud mayor que la información que circula por la web hoy en día, estoy convencido. El ser humano vive en el mundo humano desde hace mucho tiempo ya, lo cual nos ha desconectado irremediablemente de nuestro entorno natural. Eso nos ha llevado en un viaje definitivo hacia el mundo de las ideas y de la cultura humana que nos rodea. La jungla ya no son árboles y animales, son culturas diferentes y sus individuos.
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sábado, 27 de enero de 2018
jueves, 13 de octubre de 2016
De adicciones, guerra y amor
Quiero invitarlos a leer esta entrevista al periodista de investigación Johann Hari, quien tras una gigantesca investigación de 3 años y 9 países ha plasmado sus principales conclusiones en el libro Tras el grito. Esta investigación, como dice el título de este post, se relaciona con las drogas y la manera en la cual la sociedad ha respondido al fenómeno de las adicciones. Como muestra:
"El psicólogo Bruce Alexander, de Vancouver, me explicó todo. La teoría clásica de la adicción viene de un experimento con una rata. A principios de siglo pasado se encerró a una rata en una jaula con dos recipientes de agua. Uno contenía agua corriente. El otro agua con cocaína. La rata prefería siempre la bebida con droga y se mataba de una sobredosis rápidamente.
La adicción no la causa la química de las drogas. La causa el
aislamiento, la infelicidad y la desconexión del adicto con su entorno.
No son las drogas, es tu jaula. Las drogas son solo una adaptación al
medio."
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"El psicólogo Bruce Alexander, de Vancouver, me explicó todo. La teoría clásica de la adicción viene de un experimento con una rata. A principios de siglo pasado se encerró a una rata en una jaula con dos recipientes de agua. Uno contenía agua corriente. El otro agua con cocaína. La rata prefería siempre la bebida con droga y se mataba de una sobredosis rápidamente.
Décadas después, Alexander pensó: “la rata solo
tiene dos opciones”. Construyó una jaula a la que llamó Rat Park. Ahí,
la rata tenía un montón de comida, bolas de colores y otras ratas de las
que hacerse amiga, jugar y con quien tener sexo. Contempló fascinado
cómo las ratas pasaban olímpicamente del agua con droga.
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sábado, 30 de abril de 2016
Simone vs Winehouse
Estoy escuchando el disco Frank de Amy Winehouse y de pronto me acordé del documental que vi en Netflix sobre su historia. Y no pude evitar recordar el documental sobre la vida de Nina Simone en la misma plataforma. Además de que ambas artistas me gustan mucho, me pregunté qué similitudes hay entre ellas. He aquí lo que puedo decir:
1. Ambas son genios de la música, a su manera. Ídolas!
2. Ninguna se vio a si misma siendo famosa antes de que realmente les pasara.
3. Se piensa a veces que la fama las destruyó, lo cual podría ser media verdad. Detrás hay historias potentes de estas mujeres. En el caso de Simone es más obvio, creciendo en una sociedad segregada, aspirando a ser algo que nadie de su color era (concertista de piano), enamorándose de un maltratador físico y sicológico, en una época en la que los problemas de pareja aún no eran públicos. Quién sabe si toda esa mierda le disparó la bipolaridad, pero básicamente se fue a la cresta. Aunque sobrevivió.
Winehouse es una historia más íntima, pues los hechos por si mismos representan la escena de una adolecencia tardía y desvocada. A mi parecer, era una persona excepcionalmente sensible. Lo deja ver en unas pocas frases que suelta ante una cámara casera, cuando aún estaba en el colegio. La música era lo único que le permitía expresar de verdad lo que sentía, y hay que decir que sentía con intensidad. Ahí está su genio y perdición. Las drogas y relaciones amorosas tóxicas, todo expuesto a la prensa, no es precisamente la mejor forma de salir del hoyo. Que su papá le diga que no necesita rehabilitación no es solo letra de una canción, es realmente así (maldito). Su historia, dado su contexto y sensibilidad-genialidad, es como una tragedia griega, es un caso inevitable.
4. En ambas historias tenemos ejemplos de mujeres que fueron maltratadas sistemáticamente en su vida. Cómo le das autoestima y seguridad a un ser humano de esa forma? Para estas dos mujeres significó la falta de seguridad y herramientas para enfrentar a un medio altamente hostil y violento con ellas. Y ya sea una pareja, un padre o madre, los medios de comunicación, etc. mi impresión es que las mujeres son juzgadas con mucha mayor facilidad que los hombre.
5. Ambos casos pueden ser evitables en el futuro (no inmediato), si se pudiera tomar conciencia. Una sociedad tan machista como la nuestra (Chile, Latinoamérica en general) jamás será libre si una parte de ella está subyugada por el miedo, la injusticia y la violencia.
6. En ambos casos se desperdició universos completos de creación. Así nada más. Puf. Y esto sigue ocurriendo día a día en una industria multimillonaria de tráfico de personas, por decir solo uno de tantos otros contextos.
Alguien me dijo una vez que los seres humanos estabamos hechos para coleccionar cosas. Lo increible es que este principio se aplique a todo, desde estampillas hasta personas.
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martes, 4 de agosto de 2015
Acerca de lo profano y lo sagrado: del individuo egoista al colaborador
Les dejo esta notable charla TED, que aborda la cuestión del individuo en cuanto a su necesidad de trascendencia. ¿Será que hemos evolucionado para cooperar?
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jueves, 14 de mayo de 2015
Inseguridad, incertidumbre y desprotección
Bauman
cree que uno de los grandes problemas que aqueja a la sociedad posmoderna
(actual) es el aumento de la inseguridad, incertidumbre y la desprotección,
como producto del derrumbamiento de las estructuras tradicionales que daban a
las personas un sentido de trascendencia. Por estructuras tradicionales podemos
entender la nación, la familia (apellido) y la religión, como los principales
referentes de una época no lejana en la que esto era más importante,
prácticamente obligatorio.
Entonces, si mi vida es corta y mortal, no tengo miedo de
morir, porque tengo un sentido: mis acciones le dan sostén a la comunidad a la
que pertenezco. Con la caída de estas estructuras, el miedo es transmutado en
inseguridad, incertidumbre y desprotección.
Hoy en día el mantra en boga es “libertad individual”. Y las
estructuras tradicionales solo las limitan, a pesar de las esperanzas de algunos
parcialmente liberales.
Se cree que bajo este nuevo escenario hay más oportunidades
de ganar, nadie sabe con certeza qué cosa, pero parece una carrera, una
competencia despiadada. Lamentablemente, la falta de pistas y la libertad para
correr en cualquier dirección produce (curiosamente) un estancamiento. Para
dónde corro, contra quién compito.
Esta persona paralizada mira alrededor y puede ver que la
mayoría de las personas está paralizada. Unos pocos corren rápidamente para
alejarse del grupo y poco a poco se forma una infinidad de grupos que comienzan
a caminar en una dirección cualquiera, lentamente esperando el desarrollo
económico, la herencia familiar o el Apocalipsis.
En esta alegoría, podríamos decir que quienes comenzaron
corriendo desde un principio eran los más ansiosos por salir de ahí. Es
probable que ellos mismos hayan inventado el juego. Sabían a donde querían ir: querían ir lejos, tener espacio y poca interacción con la mayoría.
La gente paralizada o que se mueve en grupo es probablemente
el 90% de la población mundial. A dónde, qué quiero hacer. He aquí el terreno
fértil de la publicidad y de su mente siniestra, un conocedor de los misterios
de las comunidades (un sociólogo loco).
Los defensores de la “libertad individual”, los corredores
más rápidos del grupo no entienden una cosa fundamental para la convivencia
sana. Partieron con ventaja y ahora es imposible alcanzarlos. Una vez lejos,
los más veloces ni siquiera giran la cara para ver a quienes dejan atrás. Otros
se devuelven y les enseñan a otros pocos como ir más rápido o por donde el
paisaje es más bonito (cobrando, transando favores, por caridad, etc.).
Un juego justo, más humano sin duda, sería que todos los
participantes volvieran al comienzo, se enseñara de qué se trata el juego y se
ensayara antes de dar comienzo a la carrera.
Haciendo la transformada de la alegoría, creo que las
reformas a la educación que el mundo requiere para sobrevivir (a la catástrofe
cada vez más cercana del calentamiento global y la sobrepoblación), necesitan
de todos los corredores que se han alejado del principio.
El humano nace en la inseguridad, incertidumbre y la
desprotección. Gracias a los cuidados y enseñanzas de nuestras madres-escuelas,
podemos sobrevivir. La “libertad individual” ha implicado que se abandone absolutamente
todo al mercado. Los que puedan pagar pasen por acá, aquellos que no puedan
pagar recibirán una charla corta de 15 minutos y deberán partir.
Hoy estamos atrapados en la trampa de los que partieron
primero y así nos quedaremos por siempre si los corredores no vuelven al
principio. ¿O existe otra alternativa?
Si ven esta
entrada (esta columna es una reinterpretación del mismo tema), se darán
cuenta que los tramposos no quieren volver, justificándose en que es culpa de
“la naturaleza humana”. Lo que aún no nos damos cuenta en forma masiva, es que
los rezagados somos más, por lo que podemos y debemos inventar nuestro propio
juego. Allá ellos, que sigan corriendo.
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jueves, 30 de abril de 2015
Puentes entre lo público y lo privado
Con el incremento de la libertad individual, Chile
experimentó un importante proceso
de despolitización durante los 80s y 90s. Aunque hoy es posible apreciar una
inversión de esa tendencia, aún es aislada y se concentra mayormente en
Santiago.
Z. Bauman dice en su introducción de “En busca de la
política” que, en el mundo, el incremento de la libertad individual puede
coincidir con el incremento de la impotencia colectiva. En otras palabras, lo
que observamos como una inversión en la tendencia a la despolitización es el
incremento del descontento social, traducido en protestas, marchas, funas y aumento,
en general, de los reclamos relacionados con la nula respuesta de las
autoridades respecto a las problemáticas de grupos sociales. Esto también ha
dado pie a la organización de civiles bajo denominaciones como ONGs,
Fundaciones, Sindicatos, Colectivos Artísticos, Colectivos Ecológicos,
Agrupaciones Caritativas, etc.
Pese a esta prolífica generación espontánea-social de
organizaciones, la tendencia de las problemáticas no se revierte, sino que se
incrementan. Por si no fuera poco, la tierra se revela mediante erupciones,
aludes y otros. Después de lo vivido con el terremoto del 27/F, la sensación
generalizada es que nada cambió y todo sigue igual. Un poco más ordenadito,
pero a lo imbécil.
Lo que vemos es que los puentes entre lo público y lo
privado se han derrumbado o nunca han existido siquiera. No tenemos como sociedad
un Ágora (citando a Bauman) donde se traduzcan los problemas
privados en temas de política pública. Sino piensen en que debemos
esperar 10 años para que la educación de párvulos sueñe con entrar en la
carrera docente. Y no estamos hablando precisamente de un moco en el tema
de la política educacional.
En una publicación
anterior hablé de la oportunidad que representaba Populusaurio.
Actualmente funciona como una reunión de asociaciones, similar a una expo
novios, cada una de las cuales ha tendido un puente propio. Nota
aparte, considero fundamental la labor de esas organizaciones y de otras que no
participan en esta expo, individualmente no las puedo criticar.
La idea de esta expo es convocar a personas que no tienen puente
propio, personas que andan buscando una causa que les dé sentido o bien que los
ayude con su problema privado. Ya sea el agua, el techo, el aire, la educación,
la salud. Cada persona en Chile debe lidiar con esos problemas sociales en
forma privada y aislada de la sociabilización, aislado del ámbito público que
podría darle solución a su problema particular.
Mi pregunta fundamental es la siguiente: si además del puente
que cada organización tiene, se pudiera crear un segundo puente, nada más, solo
uno adicional, anexado a cada organización. Uno llamado Coordinación. En
principio, se requiere una motivación siquiera para propiciar la construcción
colectiva de un nuevo puente. La colaboración recíproca
hacia un objetivo común.
A mi juicio, todas las organizaciones de Populusaurio, así como
tantas otras, se verían beneficiadas si la reforma educacional en proceso abordara
cada uno de sus temas. Qué mayor impulso a la organización ciudadana tendríamos
si los contenidos o la estructura pedagógica permitiera integrar todos los
temas en una mira holística que permitiera a los niños, antes de la formación definitiva
de opinión, acceder a temas como educación cívica, ecología, economía,
sexualidad, religiones, ética, etc.
Voy a ser más claro, para que no quede duda de lo que quiero
decir. Los niños no son estúpidos, no conocerán las palabras, pero perciben la
violencia cotidianda, la de las noticias, la que ellos mismos reciben de sus
pares o adultos en general. La mayoría de los padres cree que los puede aislar
lo suficiente, pero cuando usted está viendo noticias sobre un robo, un
incendio forestal descontrolado o boletas ideológicamente falsas, lo más seguro
(si le importa el tema en cuestión) es que gesticule y termine su intervención
con algo como “delincuente culiao”, “gobierno culiao”, “empresarios culiaos”.
En general, seamos sinceros, el chileno medio quisiera que todos se fueran a la
misma mierda.
Esto no es casual, porque mientras los medios y la sociedad
hace eco de estos temas “públicos”, cada uno debe lidiar con sus propios
problemas, sin ningún puto puente que cruzar.
Las organizaciones civiles, por su parte, solo son capaces
de ver su propio puente. Convengamos en que no resulta sencillo levantarlos.
Lamentablemente, el horizonte no es auspicioso. Yo veo dos posibles caminos
principales (siempre habrá lo intermedio, por supuesto):
- Se establecerá una especie de mercado de puentes.
- Se generará una red de puentes de libre tránsito, donde se recupere la comunicación efectiva entre lo público y lo privado.
Z. Bauman es duro al señalar que “las personas que se
sienten inseguras, las personas preocupadas por lo que puede deparar el futuro
y que temen por su seguridad, no son verdaderamente libres para enfrentar los
riesgos que exige una acción colectiva”. Si no le cree a Z. Bauman, pregúntese lo siguiente:
¿Por qué vemos paros de funcionarios de la salud, pero no de
los pacientes?: Porque los primeros tienen un trabajo (aunque sea con malas
condiciones) y los segundos tienen que estar a las 7 am en el consultorio para
pedir una hora que no saben si lograrán obtener. ¡Por eso!
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lunes, 16 de marzo de 2015
El aborto en la sociedad moderna: reflexiones desde la política clásica de Aristóteles, Maturana y Benjamin
Este extracto es una cita de Hobbes, conocido al parecer como el padre de la política moderna, en este excelente artículo que recomiendo a cualquiera que le interese explorar los orígenes del pensamiento moderno.
Ahora, no se engañen, recién vengo a enterarme de esto. Estaba tratando de entender si mi forma de pensar se enmarcaba en alguna idea preconcebida, que me ahorrara tener que explicarla sin saber cómo.
Así, entendí que estoy del lado de los que creen que el ser humano es inherentemente un ser social, es decir, me inclino por la política clásica de Aristóteles. Soy una persona que intenta ser racional cuando se puede y toda la evidencia científica que encuentro hoy en día apunta a la importancia del vínculo materno en el desarrollo de una persona, es decir, nuestro lazo con el mundo comienza de la mano de otra persona y gracias a esa otra persona.
El primer vínculo, el más importante es de confianza y se basa en el amor diría Maturana. La naturaleza misma de la que venimos depende de la interacción y en el caso humano la discusión es si la cooperación es natural o somos egoístas y perseguimos nuestros propios fines al asociarnos (aquí pueden ver la respuesta usando a Darwin). Simon Sinek, un experto en liderazgo (algo tan de moda en los negocios), nos dice que los buenos líderes te hacen sentir seguro, por eso la gente es más feliz en entornos de confianza, hay menos depresiones y mayor optimismo (si, también más productividad señor avaro). Un asesor de empresas le dice a éstas que la competencia interna es mala y que debe fomentar la confianza y la cooperación (ver otra fuente), pero para eso debe demostrar (liderar) que le importan sus empleados y que no son fusibles descartables cada vez que la economía no anda según sus expectativas.
Volviendo al artículo, lo interesante de la discusión entre política clásica (Aristóteles) y modera (Hobbes), es que de alguna manera extraña, Hobbes se metió en el alma de la izquierda mundial y chilena, de acuerdo a este artículo de un sociólogo de la U. Central. A partir de la discusión sobre el aborto señala que la cultura individualista de la derecha (representada por Hobbes) se ha metido en la izquierda en la forma de pequeñas banderas sin un trasfondo social o comunitario, es decir, hoy en día el socialismo de izquierda le tiende al razonamiento individualista, si se le puede llamar razonamiento. ¿Es esto un oxímoron político o filosófico? ¿Se puede ser tanto socialista como individualista?
Hasta ahora al menos, y de acuerdo a lo expuesto previamente, no existe entre los bandos principales (pro-vida vs abortistas) un representante de izquierda, entendida esta como aquel que entiende a la sociedad como en la política clásica de Aristóteles.
Eliminemos todos los argumentos de ambos bandos y dejemos lo básico: derechos del individuo en pugna, quién vale más, la madre o el feto. Es una discusión filosófica interesante y posiblemente Hobbes haya escrito algo al respecto, pero no lo sé.
Lo que sí sé, es que a nadie (relevante) le interesa discutir sobre la clase de vida en sociedad que quisiéramos llevar. En la política moderna, es pecado tratar de conformar visiones comunes, porque le tenemos miedo al totalitarismo y desconfiamos del egoísmo del otro, por lo que no queda otra cosa que desprendernos de nuestros deseos utópicos de una sociedad clásica y meternos a fondo en todo lo que se llama modernidad.
Una visión pesimista, lo sé, pero creo que hay alternativas. Transformemos la discusión sobre el aborto en lo que realmente nos importa a los "clásicos", una discusión sobre el mundo al que llegan los niños, a la clase de sociedad que abandona a los niños en hogares tóxicos o que los mete en un sistema burocrático sin alma y sin rostro.
No importa quien gane, si la mujer o el feto, y seguramente no importará en el futuro salvo para los individuos involucrados. Gane quien gane, nuestra sociedad seguirá profundamente enferma, esquizofrénica a mi juicio, fomentando el logro individual a costa de ser levantado sobre los hombros de los oprimidos, parafraseando a Walter Benjamin.
No quiero que se me juzgue mal, no creo en las luchas revolucionarias y el alzamiento del proletariado (esas son las expresiones que se utilizan creo). Me parecen tan fascistas como el pensamiento de Hobbes o más bien de la derecha. El camino real a mi juicio es de cooperación y confianza, no el de lucha o confrontación. Y les guste o no, el primer paso deben darlo los "triunfadores" de nuestra sociedad moderna. Los oprimidos seguirán oprimidos mientras los "triunfadores" no dejen de mirarse el ombligo, embelesados con el reflejo de sí mismos.
Los "triunfadores" de nuestra sociedad moderna quieren vivir su alegría en guetos aislados, encerrados en sí mismos. Pero a la vez quieren dirigir al resto de la sociedad para que así puedan sostener su estilo de vida. Egoísmo marca mayúscula que nos llevará a la extinción, lo más seguro.
No importa el enfoque de análisis que use, siempre llego a la misma conclusión: tendrá que ocurrir un milagro (que los ricos y poderosos salgan en conjunto de su cumpleaños infantil eterno), para que dejemos de depredar el planeta y juntos podamos crear una mejor sociedad, un mundo feliz utópico futuro que nunca alcanzaremos pero que siempre perseguiremos.
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miércoles, 10 de diciembre de 2014
Chopra vs Dawkins ¿Se puede hablar de conciencia de la materia?
(recomiendo adelantar video para saltarse la larga introducción del presentador. Paciencia con la traducción)
Chopra habla en este debate de la conciencia en forma equivalente a lo que yo entiendo por autopoiesis, pero aplicado a átomos. Fuerte... veamos...
La vida es por definición autopoiética, es decir, se reconoce a sí misma y se diferencia de su entorno, gracias a que puede percibirlo y responder en consecuencia. Se establece una relación circular con el medio. Llevar esa definición a los átomos es bastante atrevido, pero formalmente podría llegar a tener razón... habría que darle unas vueltas al asunto.
Por una parte, la teoría de autopoiesis comenzó referida a organismos vivos (aparato conceptual que permite explicar la organización de los seres vivos), ya sean unicelulares o inteligentes como nosotros. Pero si hablamos de otras organizaciones de materia, entonces cabría preguntarnos ¿Un átomo se diferencia de su entorno? ...Si, pero... si pierde un electrón entonces muere?... Sigue siendo el mismo pero diferente?... Se puede replicar a sí mismo?... creo que esta última podría zanjar el asunto y la respuesta sería no. Sin embargo, podemos cambiar la perspectiva gracias a la famosa ecuación de Einstein y ver que los átomos son también energía. Si le creemos a la ley de conservación de la energía, podemos afirmar que la energía no se crea, sino que solo se transforma. Saltémonos mientras tanto el vacío cuántico.
Entonces, podríamos suponer que es la energía la que posee la facultad de adoptar diferentes formas (materia), como una especie de célula madre primordial, ya que en el Big Bang no existía materia, sino pura energía, hasta que se "rompió" la simetría y aparecieron las fuerzas de la naturaleza. Pero también podemos decir que no todas estas formas que adopta la energía son autopoieticas (con capacidad de reproducirse), o no todas son conciencientes, en la acepción más popular del término.
Si fuese así como lo deduzco, entonces la autopoiesis o la conciencia podrían ser perfectamente una propiedad emergente (o dos) de la energía misma (argumento a favor de Dawkins). Pero esto no contradice a Chopra en que existe una propiedad autorganizativa en la materia (o en la energía), lo cuál a mi juicio es lo que redunda en el surgimiento de la vida y la conciencia (a mi parecer aquí hay un punto a favor de un universo con propiedad fractal). Es decir, se podría decir que la sustancia básica (desconocida aún) del universo tiene la facultad de autoorganizarse y reconocerse a sí misma, en algún punto de una espiral de estructuras autorganizadas cada vez más complejas. Ese es el hecho más asombroso de todos, según se puede deducir de lo que explica Neil deGrasse Tyson (en 3 minutos).
Chopra acierta en este sentido en definirse a sí mismo y sus componentes como parte y consecuencia del universo. Pero sea con propósito o no (Chopra dice que el universo tiene un propósito o conciencia), a fin de cuentas tenemos ante nosotros una sustancia desconocida. Esta sustancia posee dentro de sus propiedades, la de expresar (en el eje temporal) organizaciones cada vez más complejas, hasta el punto de desarrollar una conciencia de sí misma. El átomo solo sería una estructura que está cerca del tiempo igual a cero (t=0). Esta afirmación se sustenta únicamente en mi definición de conciencia, por lo que es importante tener en cuenta esto.
Creo que preguntarse por qué existe la conciencia es lo mismo que preguntarse por qué existen las fuerzas de la naturaleza. Aquí hay al menos dos posibles respuestas esgrimidas por pensadores antiguos:
1. Porque alguna clase de Dios o conciencia superior tuvo o tiene el propósito de que existan.
2. Nosotros percibimos las leyes pero no sabemos si esa es la realidad, es decir, no podemos asegurar que nuestra conciencia perciba una realidad concreta, o que tal vez solamente percibe algo relativo a nuestra facultades de percepción, pero el resto es desconocido ("¿en qué medida la realidad es fruto del sujeto o lo es con independencia de él?" Ver enlace). El descubrimiento de la materia oscura fue un hecho que debió dejar atónitos a los físicos. Tendrían que andar con los ojos más abiertos.
Una tercera nueva respuesta que se está masticando actualmente en la academia es:
3. Existe conciencia porque es una propiedad o ley de la naturaleza (ver).
Esta última no invalida la primera, por lo que seguirá existiendo una ardua batalla entre la fe y la razón. Sea cual fuere, en ambos casos el mecanismo es a través de una sustancia-energía-materia con propiedades autoorganizativas. Si alguna vez quisiéramos investigar el origen del universo, yo apuntaría a entender esa sustancia fundamental. Creo que encajaría bien este concepto en las teorías asociadas al Multiverso (universos paralelos infinitos). Imagino esos infinitos universos como el contorno infinito de un fractal.
Algunos científicos creen que el ser humano es la especie cumbre de la evolución. A mi juicio, es la conciencia la cumbre de la evolución (y varias especies homo la tuvieron junto con nosotros), pero hoy en día nos hemos dado cuenta además que la conciencia es algo más que una mente abstracta y racional. Somos una especie predominantemente social, es lo que nos hace tan invencibles tal vez.
Existen estudios que señalan que el establecimiento de relaciones sociales cada vez más complejas está correlacionado con el mayor tamaño del neocórtex. Entre las especies de primates que tienen neocórtex, la humana es la que tiene el mayor de todos. Ahí podríamos tener la expresión física o material del aumento de complejidad del universo.
¿Por qué nuestra sociedad es tan compleja hoy, comparada con la de nuestros padres? ¿Sería correcto pensar que nos dirigimos hacia relaciones cada vez más complejas? Con los estimulos del mundo moderno, nuestros IQ son mucho mayores que los de nuestros abuelos, lo cual representa un salto asombroso en muy pocos años, si me preguntan (vean TED, es muy revelador). Y es esperable que los estímulos en las próximas décadas siga creciendo en forma asombrosa.
De todas formas puede ser demasiado tarde para alcanzar a ver nuevas especies humanas debido a un posible aumento del neocórtex. Nos queda poco planeta para logralo. Asimov (en los años 40!) pensaba que tal vez la única manera de salvarnos, para que nuestra especie "madure", es expandiéndonos por la galaxia. Si logramos expandirnos, es probable que en miles de años tengamos varias especies de humanos dando vueltas.
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viernes, 21 de noviembre de 2014
Los 3 pilares sobre los que se sustenta una buena educación
Una nueva charla de Ken Robinson, donde expone los desafíos de la educación gringa y la compara con Finlandia. Es ilustrativo ver que el problema educacional no es exclusivamente chileno, sino que potencias como USA también cometen los mismos errores. Vea los 3 pilares sobre los que se sustenta una buena educación y ya podrá empezar a opinar sobre calidad en la educación con toda propiedad.
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El hecho más impactante
¿Cuál es el hecho más impactante con el cual te podrías encontrar un día cualquiera?... Tal vez Neil deGrasse Tyson, el conductor de la nueva serie Cosmos pueda sorprenderte... o tal vez ya lo sabías, pero te habías puesto a pensar realmente en ello?
Enlace original (posee substítulos en español)
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Enlace original (posee substítulos en español)
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lunes, 10 de noviembre de 2014
Es la conciencia un elemento fundamental de la naturaleza?
... Son solo unos instantes de reflexión... pero pueden hacer la diferencia?
Nota: Si tienen problemas con el tamaño de la pantalla les recomiendo ir directo al enlace de sitio: http://www.ted.com/talks/david_chalmers_how_do_you_explain_consciousness?language=es
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Nota: Si tienen problemas con el tamaño de la pantalla les recomiendo ir directo al enlace de sitio: http://www.ted.com/talks/david_chalmers_how_do_you_explain_consciousness?language=es
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miércoles, 5 de noviembre de 2014
Muerte de las ideologías en el caldo hirviente del dogma libertario
Les dejo extractos (de su conclusión final) de un excelente artículo publicado en Letras Libres titulado "Nuestra era ilegible", donde desde una perspectiva histórica del pensamiento político, trata de explicar cómo es que las ideologías - que hoy persisten en la política local entre izquierda y derecha- son solo ilusiones dentro de una era que ya no posee ideologías, pero si un dogma muy potente: la libertad individual. Mientras tanto, la izquierda y la derecha están tratando de combinar este dogma con sus visiones particulares del mundo, pero sin acertar.
Si hoy en día queremos avanzar hacia un mundo en paz, la utopía última y más general de todas, simplemente no sabemos qué hacer con aquellos que piensan diferente. A nivel mundial el problema son los gobiernos totalitarios, mientras que a nivel local nos debemos enfrentar con posiciones políticas totalitarias.
Sin saber qué hacer por el momento, creo que compartir esta columna es un buen comienzo.
Fuente de la imagen
* * * * * ****** (comienzan los extractos) ****** * * * * * * *
La liberación social que se inició en los años
sesenta en algunos países occidentales encuentra menos resistencia entre las
élites urbanas educadas de casi todas partes, y ha surgido una perspectiva
cultural, o al menos un cuestionamiento. Esta visión tiene como axioma la
primacía de la autodeterminación individual por encima de los lazos sociales
tradicionales, se muestra indiferente hacia asuntos de religión y sexo, y
siente a priori la obligación de tolerar a los otros. Desde luego, han surgido
poderosas reacciones contra esta perspectiva, incluso en Occidente. Pero fuera
del mundo islámico, donde los principios teológicos aún conservan autoridad,
cada vez hay menos objeciones que persuadan a la gente que no tiene esos
principios. La reciente e increíblemente veloz aceptación de la homosexualidad,
e incluso del matrimonio homosexual, en tantos países occidentales –una
transformación de la moral y las costumbres tradicionales que carece de
precedentes históricos– dice más sobre nuestro tiempo que cualquier otra cosa.
Nos dice que esta es una era libertaria. Esto no obedece a que la democracia
esté en marcha (en muchos lugares se halla en retroceso), o a que las
munificencias del libre mercado hayan llegado a todos (tenemos una nueva clase
de pobres), ni se debe a que ahora seamos libres para hacer lo que nos plazca
(sobre todo porque resulta inevitable que los deseos entren en conflicto). No,
la nuestra es una era libertaria por omisión: se han atrofiado las ideas o
creencias o sentimientos que silenciaban la exigencia de una autonomía
individual. No se dio ningún debate público ni se tomó votación alguna al
respecto. Tras el fin de la Guerra Fría, simplemente nos encontramos en un
mundo en el cual cada avance del principio de libertad en una esfera lo hace
avanzar en otras, lo queramos o no. La única libertad que estamos perdiendo es
la libertad de elegir nuestras libertades.
No a
todo el mundo le gusta esto. La izquierda, sobre todo
en Europa y en América Latina, quiere limitar la autonomía económica por el
bien público. Sin embargo, de entrada rechaza los límites legales de la
autonomía individual en otras esferas, como la vigilancia y la censura en
internet, que también podrían servir al bien público. Esa izquierda quiere un ciberespacio sin controles en una economía controlada:
una imposibilidad tecnológica y sociológica. En China, Estados Unidos o en
cualquier otro lado, a la derecha le
gustaría lo contrario: una economía permisiva con una cultura restrictiva, lo
que, a la larga, también constituye una imposibilidad. Estamos como el
hombre a bordo de un tren que avanza a gran velocidad y quiere detenerlo
tirando del asiento de enfrente.
La
sencillez dogmática del libertarismo explica por qué quienes de otro modo
tendrían muy poco en común pueden suscribirlo: son
fundamentalistas del small government en la derecha estadounidense, anarquistas
de izquierda en Europa y América Latina, profetas de la democratización,
absolutistas de las libertades civiles, cruzados de los derechos humanos,
evangelistas del crecimiento neoliberal, hackers renegados, fanáticos de las
armas, fabricantes de pornografía y economistas de la Escuela de Chicago en
todo el mundo. El dogma que los reúne
está implícito y no requiere explicación; es una mentalidad, un estado de
ánimo, una conjetura: lo que antes se llamaba, sin afán peyorativo, un
prejuicio.
Históricamente a los estadounidenses siempre
se les ha dado mejor vivir la democracia que entenderla. La consideran un
derecho de nacimiento y una aspiración universal, no una forma excepcional de
gobierno que durante dos milenios fue descartada porque se consideraba ruin,
inestable y potencialmente tiránica. En general no están conscientes de que, en
Occidente, la democracia pasó de considerarse un régimen irredimible en la
Antigüedad clásica a uno potencialmente bueno apenas en el siglo XIX, para
luego convertirse en la mejor forma de gobierno después de la Segunda Guerra
Mundial, y en el único régimen legítimo hace apenas veinticinco años.
La profesión estadounidense de la ciencia
política adolece de la misma amnesia. Durante la Guerra Fría, los académicos,
convencidos de la bondad absoluta y única de la democracia, abandonaron el
estudio tradicional de las formas no democráticas de gobierno, como monarquía,
aristocracia, oligarquía y tiranía, y en vez de eso se dedicaron a distinguir
regímenes en una sola línea que iba de la democracia (bueno) hasta el
totalitarismo (malo). El juego académico se convirtió entonces en saber dónde
colocar, a lo largo de esa línea, todos los demás Estados “autoritarios”. (¿La
España de Franco estaba a la derecha de la Indonesia de Suharto, o al revés?)
Esta forma de pensar ha dado pie a la ingenua suposición de que, tras la caída
de la Unión Soviética, los países de forma natural comenzarían a hacer
“transiciones” para pasar de la dictadura y el autoritarismo a la democracia,
como atraídos por un imán. Esa confianza se ha evaporado y nuestros politólogos
han visto que muchas cosas desagradables pueden crecer bajo el manto de las
elecciones. Pero aún quieren aferrarse a su pequeña línea y escriben artículos
sobre autoritarismo electoral, autoritarismo competitivo, autoritarismo de
clan, pseudodemocracias, aparentes democracias y democracias débiles. Y, para
tener cubiertas todas las bases, también escriben sobre “regímenes híbridos”.
Sin duda la gran sorpresa en la política
mundial desde el fin de la Guerra Fría no fue el avance de la democracia
liberal sino la reaparición de formas clásicas de gobierno no democrático
disfrazadas de modernas. La disolución del Imperio soviético y la “terapia de
choque” que siguió produjeron nuevas oligarquías y cleptocracias que tienen a
su alcance herramientas innovadoras de financiamiento y comunicación. El avance
del islam político ha colocado a millones de musulmanes, que representan una
cuarta parte de la población mundial, bajo un gobierno teocrático más
restrictivo. Tribus, clanes y grupos sectarios se han convertido en los actores
más importantes en los Estados poscoloniales de África y Medio Oriente. China
ha vuelto a traer el mercantilismo despótico. Cada una de estas formaciones
políticas tiene una naturaleza distintiva que debe entenderse en sus propios
términos, no como una forma menor o mayor de la democracia in potencia. El
mundo de las naciones sigue siendo lo que siempre ha sido: una pajarera.
Pero la ornitología es complicada y la
promoción de la democracia parece mucho más sencilla. A fin de cuentas, ¿no todos los pueblos quieren estar bien
gobernados y que se les consulte sobre los asuntos que les afectan? ¿Acaso no
anhelan seguridad y un trato justo? ¿No quieren escapar a la humillación de la
pobreza? Pues bien, la democracia liberal es la mejor forma de lograr todo eso.
Ciertamente, esa es la visión de los Estados Unidos, compartida por muchas
personas que viven en países no democráticos. Pero eso no significa que
entiendan las implicaciones de la democratización ni que acepten el
individualismo social y cultural que de manera inevitable trae consigo. Ningún
pueblo se ha vuelto tan libertario como el estadounidense. Valora bienes que el
individualismo destruye, como la deferencia a la tradición, el compromiso con
un lugar, el respeto a los mayores, las obligaciones con la familia y el clan,
la devoción por la piedad y la virtud. Si ellos y nosotros creemos que se puede
tener todo a la vez, entonces, ellos y nosotros estamos muy equivocados. Estas
son las rocas sobre las cuales, una y otra vez, se estrella la esperanza de una
democracia.
La cierto es que, durante el lapso de nuestra
vida o la de nuestros hijos y nietos, miles de millones de personas en el mundo
jamás vivirán en una democracia. Eso no se debe solo a la cultura y a las
costumbres establecidas. Hay que sumar divisiones étnicas, sectarismo
religioso, analfabetismo, inequidad económica, fronteras nacionales absurdas,
impuestas por las potencias coloniales... la lista es larga. Sin Estado de
derecho y una Constitución que se respete, sin burocracias profesionales que
traten a los ciudadanos imparcialmente, sin la subordinación de los militares
al poder civil, sin órganos reguladores para asegurar la transparencia en las
transacciones económicas, sin normas sociales que alienten el compromiso cívico
y el cumplimiento de la ley: sin todo esto es imposible una democracia liberal
moderna. De modo que, cuando pensamos en las no democracias de hoy, la única
pregunta posible sería: ¿cuál es el Plan
B?
Nada
refleja más la bancarrota del pensamiento político actual que nuestra falta de
voluntad para plantearnos esta pregunta, que para la
izquierda huele a racismo y para la derecha apesta a derrotismo (y a las dos
cosas para los halcones liberales). Pero si las únicas opciones que podemos imaginar son la democracia o le déluge, excluimos la posibilidad de
mejorar los regímenes no democráticos sin intentar transformarlos por la fuerza
(al estilo norteamericano), o esperando en vano (al estilo europeo) que los
tratados de derechos humanos, las intervenciones humanitarias, las sanciones
legales, los proyectos de las ong y los blogueros con sus iPhones representen
una diferencia duradera. Estas son las características del absoluto delirio
que caracteriza a nuestros dos continentes. El próximo Premio Nobel de la Paz
no debería recaer en un activista de derechos humanos o en el fundador de una
ong, sino en un pensador o en un líder que desarrolle un modelo de teocracia
constitucional que dé a los países musulmanes una forma congruente pero
limitada de reconocer la autoridad de la ley religiosa y que la haga compatible
con el buen gobierno. Esto sería un auténtico logro histórico, si bien no
necesariamente democrático.
Por supuesto, nunca se otorgará ese premio, y
no solo porque esos pensadores y esos líderes no existen. Reconocer tal logro
requeriría abandonar el dogma de que la libertad individual es el único o,
incluso, el mayor bien político en todas las circunstancias históricas y
aceptar que los trade-offs son inevitables. Esto significaría aceptar que, si
existe un camino de la servidumbre a la democracia, largos tramos estarán
pavimentados por la no democracia, tal y como ocurrió en Occidente. Empiezo a
sentir cierta simpatía por aquellos oficiales norteamericanos que llevaron a
cabo la ocupación de Afganistán e Iraq hace diez años y, de inmediato,
empezaron a destruir los partidos políticos y los ejércitos existentes, y las instituciones
tradicionales de consulta política y de autoridad. La razón más profunda para
este colosal error no fue la hubris norteamericana ni su ingenuidad, aunque
hubo mucho de eso. La verdad es que no tenían otra forma de pensar alternativas
a esta precipitada y, al cabo, engañosa democratización. ¿Adónde tendrían que
haber acudido? ¿Qué libros habrían tenido que leer? ¿En qué habrían tenido que
apoyarse? Lo único que sabían era la directriz primordial: redactar nuevas
constituciones, establecer parlamentos y oficinas presidenciales y, luego,
convocar a elecciones. En efecto, tras todo esto llegó el diluvio.
La edad libertaria es una era ilegible. A
diferencia de los antiguos maestros pensadores, ha engendrado un nuevo tipo de hubris.
Nuestra arrogancia consiste en creer que ya no tenemos que pensar profundamente
o poner atención o buscar conexiones, sino que lo único que tenemos que hacer
es aferrarnos a nuestros “valores democráticos” y a nuestros modelos económicos
y tener fe en el individuo y todo saldrá bien. Al presenciar desagradables
escenas de embriaguez intelectual, nos hemos convertido en abstemios
satisfechos de sí mismos, distanciados de la historia e incapacitados ante los
desafíos que ya se están dando. El fin de la Guerra Fría destruyó cualquier
rasgo de confianza en la ideología que pudiera quedar en Occidente. Pero
también parece haber destruido nuestra voluntad de entender. Hemos abdicado. El
dogma libertario de nuestro tiempo está embrollando nuestras organizaciones
políticas, nuestras economías y nuestra cultura y nos ciega a todo esto porque
hace que seamos menos curiosos de lo que somos por naturaleza. El mundo que
estamos haciendo con nuestras propias manos está tan alejado de nuestra mente
como el más remoto agujero negro en el espacio. Alguna vez sentimos nostalgia
por el futuro. Hoy tenemos amnesia del presente. ~
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