domingo, 13 de enero de 2008

Cuántas alas se necesitan para poder volar?



Después de mucho tiempo me doy un espacio para sentarme, sentir el aire que entra por mi ventana, beber una cerveza y tratar de ordenar mis ideas. Sin embargo, no hay ideas, no hay un resumen, como si estas últimas semanas hubiesen pasado en banda, sin dormir, sin la síntesis de mente y cuerpo que de vez en cuando todos necesitamos.
La intensidad decae, la inercia arremete con fuerza y el calor del verano termina por sofocar cualquier ímpetu que surge con la caída del sol. Es una ciudad grande, Santiago, pero estamos irremediablemente más restringidos que un pueblo cualquiera, sea porque nuestros pasos rinden menos y nos llevan no lo suficientemente lejos, aunque sea relativamente.
Estoy tan cansado que no me alcanza para ser existencialista, me torno básico, sin expresión, sin ganas de dejarme ir. Ni siquiera el café me rinde efecto, pero qué más da, si ya estoy acá, resumiendo, sin querer ser explícito.
Es gracioso como hay ciertas tensiones que el hombre acepta e incluso pide, ya sea porque cree necesitarlo o porque existe una recompensa en el horizonte. Claro que no es un acto heroico, ni una inmolación por la vida, no es el camino del guerrero, aunque un análisis ex post puede reunir todos estos elementos y otros que no se me ocurren. El día a día es tan tedioso que solo la mirada en perspectiva nos da consuelo la mayor parte del tiempo.
Después de todo, un momento feliz calma cualquier angustia o sufrimiento, como sepultando los pesares. Gracias a la creación por nuestro cerebro limitado.
Por mi parte, me retiro de este instante fugaz, me cuesta resistir el deseo de dormir, el maldito colchón me mira seductoramente y yo, en el fondo, detesto tener que apagar la tele para reiniciar mis fuerzas y ganas. Pero es lo que hay, sin duda, así que qué diablos. Es como el cuento de los borrachines: cuando el cuerpo me pide agua, le doy vino, cuando me pide leche también le doy vino y cuando el cuerpo me pide vino, pues le doy vino, no vaya a hacerme mal llevarle la contra todo el tiempo a mi cuerpo. Salú!

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Así que alimentas tu cuerpo principalemtne a base de vino? so cute! quiero ser como tú!

Respecto al tema contingente, considero que nunca esta demás sentarse a pensar en nuestra vida y poner un pare a la rutina disfrutando de todo lo que tenemos alrededor

Buen blog te seguire leyendo

Arturo dijo...

Yo estoy igual que tú, Santiago me esta matando, sobre todo los viajes en las famosas cuncunas, se pierde un valioso tiempo, es por eso que en algunas ocasiones, paso a un bar cerca de el trabajo, para hacer un rato de bohemia con algunos amigos a compañeros de la oficina, ah discutir lo mismo de siempre fútbol, política, libros, religión y cosas del trabajo diario, eso lo hacia para tomar el transantiago mas vació, pero me he dado cuenta que da igual, a la hora que llegue siempre esta llena la parada de la famosa cuncuna, y siempre es lo mismo en santiago, lleva la ciudad mas de treinta años tratando de arreglar el sistema de transporte, mientras ellos juegan con nuestro tiempo, total el político que va atrasado, pone un par de motos delante de su auto y pasa mas rápido que una ambulancia, olvidándose de los semáforos en rojo y de la gente que va en un transantiago, agotadísima, hambrienta, sedienta y sudada, para alcanzar a compartir un poco de su tiempo con los suyos en su casa.
Me gusto mucho esta columna tuya, saludos.

isaias dijo...

mmmmmmmm te leo y leo esa melancolía que me caracteriza... por supuesto todos tenemos ese don de ser melancólicos, pero en ocasiones me sorprende verlo de forma inesperada (como quien dice)... igual es el calor del verano, que nos empuja a una dinámica peculiar de vida... espero que todo vaya bien, por encima de los calores, las melancolías y la sensación de que el mundo es enormemente pequeño...

un abrazo allende los mares,
isaías

MeRiAdOx dijo...

Brexa, mi alimento es en base a pan y cebada... el vino es solo para ocaciones especiales, pero si, hay que parar a veces y pensar... el vino, así como las ocaciones especiales nos permiten eso...

Arturo, entiendo a los que te refieres... aún hoy me sorprendo al ver las colas en los paraderos, al ver como las frecuencias fallan el día menos pensado, como la gente ya se va resignando a esperar... es una verdadera mierda... espero que cambie lo más pronto posible... ojalá!


Isaías... muchas gracias por tus palabras. Poco a poco se van logrando las cosas, lo que pasa es que a veces no soy capaz de esperar. Solo debo tener la decisión y todo se irá dando, pero es cierto, tienes mucha razón, a veces el mundo es demasiado pequeño...

Abrazos!