Es interesante constatar que la mayoría de los análisis sobre la institucionalidad chilena se basa en evidencia contradictoria. Por ejemplo, es un hecho la contradicción de contener en un mismo ministerio la elaboración e implementación de políticas de conservación ambiental, al mismo tiempo que debe hacer políticas que favorezcan la inversión privada. Evidentemente, la política de protección de nuestros recursos naturales es aplaudida por todos los sectores políticos, pero al momento de llevarla a acabo, el conflicto de opiniones es amplio y el centro de la discusión es ¿qué tanta conservación es aceptable sin que afecte la inversión y el crecimiento económico?
Además de contradictoria, la evidencia es indirecta. Ante la pregunta ¿Seremos un país desarrollado el año 2030? Los primeros en contestar sacan un gráfico de la evolución del ingreso per cápita y aproximan una tendencia. Luego, con esa tasa o pendiente, calculan el año en el cuál debiésemos ser desarrollados. Dejo la pregunta para que el lector piense ¿Qué otro indicador relevante o popular en los medio de comunicación se le viene a la cabeza? A mi ninguno.
El rumbo de desarrollo de Chile depende del crecimiento económico, de la distribución del ingreso, de la producción científica, del nivel educacional de la población, entre otras muchas variables, algunas intangibles, como la libertad de expresión. Se analizan distintos indicadores, según la disciplina que realiza el ejercicio.
Si observamos las discusiones sobre diversas políticas públicas, veremos economistas opinando sobre política ambiental (mercado eléctrico), laboral (sueldo mínimo), educacional (lucro o no lucro), de salud (isapres y planes discriminadores por edad y sexo), tan fácilmente como del mercado exportador, del sistema financiero, entre otros. ¿Cuándo se convirtió la economía en un actor preponderante de todas las políticas, incluidas las de corte social?
Claramente, el rumbo del desarrollo chileno depende de múltiples variables, pero en el Chile de hoy, no es extraño reconocer que el principio rector de tal desarrollo es el principio de crecimiento económico. Los demás principios están supeditados a este rector. Pero nuevamente, esto se observa en evidencia indirecta, pues nadie lo dice explícitamente. No importa a qué partido político consulte, todos estarán a favor de un desarrollo sustentable, pero el cómo llevarlo a cabo es la piedra angular del asunto.
En este sentido, quién y por qué desarrolla una política pública parece ser relevante para entender hacia dónde vamos. Los ganadores en términos de opinión aplicada, son quienes propugnan por un desarrollo basado en exportar materias primas (teoría de las ventajas comparativas). Y creen que lo están logrando.
Quienes opinan que lo adecuado es un desarrollo planificado perdieron su oportunidad en los 70’s. Tampoco les resultó la aplicación desde el 50 y aún no entienden sin discusión el por qué. Nota al margen: tal vez debieran repensar sus paradigmas e indicadores.
Hoy el mundo se mueve mayoritariamente con las ideas de los profesores de nuestros ganadores locales. Vamos con la masa globalizada porque ir en contra implica sanciones de la comunidad internacional. ¿Cómo salir del rebaño sin ser excluidos? Gran pregunta, difícil respuesta.
Al contrario, en vez de respuestas, hoy desearía hacer preguntas incómodas. Preguntas que surgen de este análisis son:
¿Por qué existe el Banco Central, un organismo “independiente” que resguarda la aplicación de una política macroeconómica de largo plazo, con el fin de evitar que la política cotidiana perturbe el adecuado funcionamiento de la máquina bien aceitada de nuestra economía?
¿Por qué existe el Banco Central para la política económica, pero no hay un organismo equivalente que resguarde la aplicación de largo plazo de una política social?
Ideas como tener un Instituto Nacional de Estadística independiente van en esa línea, pero aún nadie lo formaliza con suficiente fuerza y son solo eso: ideas.
Es cierto que debemos crear en una atmósfera de producción técnica, lo que nos obliga a una especie de canibalismo social. Ni la universidad se salva de crear bajo estándares económicos. La creación en Chile ha sido subyugada al aparato productivo, salvo por los rebeldes, que viven con poco y mueren con menos. Será tal vez que la esfera de influencia está cercada por peajes: grado académico, millones en la cuenta, contactos hechos dentro de la esfera. Es un monstruo que se autoreplica.
El trabajo del ciudadano con conocimientos es arduo en este contexto y no todos pueden soslayar los deberes familiares, las deudas y su propia formación dentro de una cultura que enaltece la técnica por sobre la creación.
Solo el tiempo dirá si podremos superar al homo economicus y pasar al homo socialis y al homo publicus.
Fuente Imagen: http://hilde2008.wordpress.com/2011/12/05/9277/
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