lunes, 16 de marzo de 2015

El aborto en la sociedad moderna: reflexiones desde la política clásica de Aristóteles, Maturana y Benjamin





Este extracto es una cita de Hobbes, conocido al parecer como el padre de la política moderna, en este excelente artículo que recomiendo a cualquiera que le interese explorar los orígenes del pensamiento moderno.

Ahora, no se engañen, recién vengo a enterarme de esto. Estaba tratando de entender si mi forma de pensar se enmarcaba en alguna idea preconcebida, que me ahorrara tener que explicarla sin saber cómo.

Así, entendí que estoy del lado de los que creen que el ser humano es inherentemente un ser social, es decir, me inclino por la política clásica de Aristóteles. Soy una persona que intenta ser racional cuando se puede y toda la evidencia científica que encuentro hoy en día apunta a la importancia del vínculo materno en el desarrollo de una persona, es decir, nuestro lazo con el mundo comienza de la mano de otra persona y gracias a esa otra persona.

El primer vínculo, el más importante es de confianza y se basa en el amor diría Maturana. La naturaleza misma de la que venimos depende de la interacción y en el caso humano la discusión es si la cooperación es natural o somos egoístas y perseguimos nuestros propios fines al asociarnos (aquí pueden ver la respuesta usando a Darwin). Simon Sinek, un experto en liderazgo (algo tan de moda en los negocios), nos dice que los buenos líderes te hacen sentir seguro, por eso la gente es más feliz en entornos de confianza, hay menos depresiones y mayor optimismo (si, también más productividad señor avaro). Un asesor de empresas le dice a éstas que la competencia interna es mala y que debe fomentar la confianza y la cooperación (ver otra fuente), pero para eso debe demostrar (liderar) que le importan sus empleados y que no son fusibles descartables cada vez que la economía no anda según sus expectativas.

Volviendo al artículo, lo interesante de la discusión entre política clásica (Aristóteles) y modera (Hobbes), es que de alguna manera extraña, Hobbes se metió en el alma de la izquierda mundial y chilena, de acuerdo a este artículo de un sociólogo de la U. Central. A partir de la discusión sobre el aborto señala que la cultura individualista de la derecha (representada por Hobbes) se ha metido en la izquierda en la forma de pequeñas banderas sin un trasfondo social o comunitario, es decir, hoy en día el socialismo de izquierda le tiende al razonamiento individualista, si se le puede llamar razonamiento. ¿Es esto un oxímoron político o filosófico? ¿Se puede ser tanto socialista como individualista?

Hasta ahora al menos, y de acuerdo a lo expuesto previamente, no existe entre los bandos principales (pro-vida vs abortistas) un representante de izquierda, entendida esta como aquel que entiende a la sociedad como en la política clásica de Aristóteles.

Eliminemos todos los argumentos de ambos bandos y dejemos lo básico: derechos del individuo en pugna, quién vale más, la madre o el feto. Es una discusión filosófica interesante y posiblemente Hobbes haya escrito algo al respecto, pero no lo sé.

Lo que sí sé, es que a nadie (relevante) le interesa discutir sobre la clase de vida en sociedad que quisiéramos llevar. En la política moderna, es pecado tratar de conformar visiones comunes, porque le tenemos miedo al totalitarismo y desconfiamos del egoísmo del otro, por lo que no queda otra cosa que desprendernos de nuestros deseos utópicos de una sociedad clásica y meternos a fondo en todo lo que se llama modernidad.

Una visión pesimista, lo sé, pero creo que hay alternativas. Transformemos la discusión sobre el aborto en lo que realmente nos importa a los "clásicos", una discusión sobre el mundo al que llegan los niños, a la clase de sociedad que abandona a los niños en hogares tóxicos o que los mete en un sistema burocrático sin alma y sin rostro.

No importa quien gane, si la mujer o el feto, y seguramente no importará en el futuro salvo para los individuos involucrados. Gane quien gane, nuestra sociedad seguirá profundamente enferma, esquizofrénica a mi juicio, fomentando el logro individual a costa de ser levantado sobre los hombros de los oprimidos, parafraseando a Walter Benjamin.

No quiero que se me juzgue mal, no creo en las luchas revolucionarias y el alzamiento del proletariado (esas son las expresiones que se utilizan creo). Me parecen tan fascistas como el pensamiento de Hobbes o más bien de la derecha. El camino real a mi juicio es de cooperación y confianza, no el de lucha o confrontación. Y les guste o no, el primer paso deben darlo los "triunfadores" de nuestra sociedad moderna. Los oprimidos seguirán oprimidos mientras los "triunfadores" no dejen de mirarse el ombligo, embelesados con el reflejo de sí mismos.

Los "triunfadores" de nuestra sociedad moderna quieren vivir su alegría en guetos aislados, encerrados en sí mismos. Pero a la vez quieren dirigir al resto de la sociedad para que así puedan sostener su estilo de vida.  Egoísmo marca mayúscula que nos llevará a la extinción, lo más seguro.

No importa el enfoque de análisis que use, siempre llego a la misma conclusión: tendrá que ocurrir un milagro (que los ricos y poderosos salgan en conjunto de su cumpleaños infantil eterno), para que dejemos de depredar el planeta y juntos podamos crear una mejor sociedad, un mundo feliz utópico futuro que nunca alcanzaremos pero que siempre perseguiremos.




viernes, 13 de marzo de 2015

La Pregunta

El siguiente texto es el primer cuento que escribo, así que espero que les guste.

La Pregunta



Una pareja, de esas que se adoran con toda el alma, sostiene una conversación tierna y profunda, tendidos en un parque, disfrutando del  hermoso día. En ese instante pasa por el sendero cercano una mujer como no se había visto nunca. No solo su porte era deslumbrante, sus senos eran firmes y sus piernas altas y fuertes. Su rostro bello era dulce, pero inteligente.

Él la sigue con la mirada por un instante, ajeno a la conversación, hasta que vuelve la mirada rápidamente al darse cuenta del lapsus. Su mujer lo mira con ojos suspicaces, un poco divertida por la situación y le pregunta 

– ¿Te gusta? –
– ¿A quién no, mírala? –
– Pero me engañarías por alguien así… –
– Lo dudo querida –
– ¡Pero mírala! – Le dice, mientras sonríe por la comisura de sus ojos. Lo está probando.
– Está bien, entiendo tu punto, pero no lo has pensado detenidamente 
– Ah!… ¿No? –
– No querida, no lo has pensado bien –
– Explícamelo entonces… –
– ¿Qué quieres que te diga?, eres demasiado feminista para entenderlo –
– ¿Qué tiene que ver mi postura sobre el rol de género? –
– Que si te digo que esa mujer es un pedazo de carne me tildarás de cerdo machista y no escucharás nada de lo que tengo que decir –
– Ya, ok… pero ese es un buen pedazo de carne, ¿no?– Esta vez la mujer se ríe, dando por ganada la broma.
– Tienes razón, sin duda es el mejor corte que he visto en muchos años –
– Ah! ¿Lo reconoces entonces? –
– Mira, creo que puedo explicarlo en términos no sexistas, ya que quieres oírlo –
– ¡Sorpréndeme! – Le dice ella, mientras sonríe maliciosamente. Lo ha atrapado en su necesidad más básica. El sexo. Tendrá que ceder.
– Tú eres como mi libreta de notas, esa que siempre traigo conmigo, pues mi vida no sería la misma sin la posibilidad de escribir e imaginar el mundo como quiero que sea. Yo soy un escritor y junto a ti creo mi mundo, lo que quiero vivir y experimentar –

Ella, conmovida, le sujeta la mano y lo mira con los ojos anegados de emoción. No debió molestarlo con algo tan simple. Su vida juntos es suficiente para decirle que él la ama por sobre todas las cosas.

– Tú sabes que me gusta leer, ¿no? – Pregunta el, desinteresadamente.
– ¡Eres un devora libros! – Dice ella, feliz de tener a ese hombre junto a ella.
– Bueno, las mujeres son como los libros, querida, los adoro. Pero cuando me casé contigo, decidí no leer más. No necesitaba nuevas historias que me entretuvieran, pues te tengo a ti para crear juntos nuestra propia historia 
– Lo sé querido, discúlpame por haber bromeado con algo así, no fue mi intensión herirte –
– Lo sé, por eso te pido disculpas por lo que diré –
– ¿Qué cosa? – Pregunta ella, extrañada.
– Esa mujer  que acaba de pasar es como mi historia favorita derramada en un libro, tapa dura, hojas gruesas y resistentes, con miles y miles de páginas con la historia más profunda y emocionante que podría leer. Posee una letra tan pequeña que demoraría semanas en terminarlo. No quiero ni necesito leerlo, pero si por arte de magia el libro saltara del estante donde lo dejé y comenzara a seguirme y a narrarme mis partes favoritas de la historia, lo más seguro es que decidiría tomar el libro, irme a la playa yo solo y leerlo sin parar de principio a fin, solo haciendo pausas para mis necesidades básicas y durmiendo lo menos posible
– ¿¡Qué!? –  Descarga la mujer asombrada, con los ojos como plato. Él serio, con la vista puesta en el horizonte, concluye su ilustración de la situación.
– Querida, la posibilidad de que ese libro salga del estante y me susurre partes de la historia es una fantasía, jamás pasaría. ¿O acaso has visto alguna vez un libro que se mueva solo y hable?–
Sin poder contenerse más, el marido comienza a reírse de espalda en el suelo, sin poder contener la emoción de derrotar a la mujer en la broma que ella había iniciado.
– Me lo busqué –
– Así es preciosa, pero sabes lo que me apetece ahora 
– ¿Qué cosa? –
– Acabo de recordar algo que escribí el otro día en mi libreta y me gustaría volver a leerlo un par de veces –