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Veamos algunas afirmaciones y análisis de la obra de Benjamin, obra absolutamente actual y oportuna si queremos mirar hacia el lado:
“Ni la multiplicación del estado social de Derecho, ni el avance de la democracia liberal, ni el prestigio del discurso sobre los derechos humanos, ni el crecimiento de la riqueza mundial por obra y gracia de la globalización económica han conseguido mandar al desván de las pesadillas la contundente afirmación de la tesis VIII, a saber, que todos esos progresos se hacen sobre las espaldas de una parte de la humanidad. Y si no hay derecho para unos, aunque fueran pocos, que no lo son, la justicia del derecho queda en entredicho. Lo cierto es que el derecho se suspende a voluntad de los poderosos, las guerras producen muertos y la riqueza, miseria.”
El pensar de Benjamin se centra en el hombre, pues piensa como Marx en que este es la raíz. Esta obra es fragmentaria porque en la realidad que observa se topa con desechos, es decir, no es que trabaje con fragmentos, sino que trabaja en un mundo que genera desechos, por lo que la obra no hace más que responder a esta situación. De esta forma, “el trapero”, dice Benjamin, es la figura más provocadora de la miseria humana.
Dado lo interesante, pero extenso de los textos que me gustaría compartir, voy a compartir con ustedes algunos fragmentos, siguiendo la manera de Benjamin. Sin embargo, debo aclarar por qué Benjamin se fija en ciertos personajes para construir su filosofía, así los fragmentos van a ir tomando un sentido más profundo.
El sujeto benjaminiano es central por su debilidad. Es el que sufre y es oprimido, pero que lucha, protesta. Su plus cognitivo es una mirada cargada de experiencia y proyectada sobre la realidad que habitamos todos. Esta mirada permite denunciar el estado de excepción constante en que viven algunos. Para Benjamin, el pasado está vivo y el presente depende no solo de la historia que fue escrita, la de los triunfadores, sino que aquellos llamados perdedores. Benjamin critica que demos por hecho que sólo el pasado de los vencedores tiene futuro, pues sobre él se construyó nuestra sociedad actual. El alcance de su análisis es demasiado extenso para intentar resumirlo aquí, así que espero no estar cometiendo errores.
A continuación algunos fragmentos del libro Medianoche en la Historia:
“Si los muertos (perdedores) no importan, entonces la felicidad nos es cosa del hombre, sino de superviviente. Si importa la vida de todos, entonces relacionaremos la vida frustrada de los muertos con los intereses de los vivos, negándonos a un proyecto que supusiera el desprecio a los caídos. Cuando damos el paso de olvidar la muerte, perpetramos un crimen hermenéutico que se suma al crimen físico. Nada impide entonces que apliquemos a la vida individual o colectiva el principio darwinista de que el sentido lo encarnan y lo señalan los mejores o más fuertes. Por eso el orden de redención, que da importancia a las florecillas del camino, es decisivo para el destino de los vivos…. Si, pese a ese nuevo imperativo categórico –“reorientar el pensamiento y la acción para que Auschwitz no se repita”- los genocidios, las dictaduras y la injusticia social se han repetido… ¿será que no basta la memoria o porque no hemos recordado bien? Estas Tesis… vienen a decir que no hemos tomado en serio la memoria”
“Benjamin, como Kafka, advierte que si mueren desesperados (los perdedores) y no indiferentes ante su terrible destino es porque aspiran a la esperanza que la historia les niega. Ahí hay pues una reserva potencial inagotable de esperanza porque espera su realización”
Veamos que aparece a partir de las figuras desesperadas que usa Benjamin:
“El flaneur es un paseante que puebla las grandes ciudades europeas del siglo XIX en las que ha irrumpido la técnica… Todos nosotros nos hemos convertido en paseantes de los grandes almacenes donde… admiramos mercancías que al no poder comprarlas convertimos… en modelos de nuestros sueños… Hemos perdido el paseo relajado… y nos hemos convertido en compradores convulsivos; hemos abandonado la distancia del observador ante la mercancía (como el flaneur) y elevado el escaparate a santuario de nuestros sueños e ideales de vida. El tiempo libre que ha podido traer la máquina al liberar al hombre de buena parte de su esfuerzo, en vez de ser tiempo de ocio es de consumo. Esas figuras del pasado le sirven a Benjamin para iluminar el presente.”
“El trapero se lleva lo que la cultura desecha, y entre los desechos a veces se encuentran paños tan valiosos como el humanismo, la subjetividad o la hondura”. Este personaje no recicla los desechos, sino que los despierta a una vida nueva, “como hacían los surrealistas con esos mismos materiales.”
En su crítica a la ciencia y la técnica no la desecha como un romántico ni conservador, pues la aplaude, pero le da un nuevo sentido a la significación de esta, más que a su eficacia. “La técnica moderna tiene algo que no tenía la producción industrial. Hay un cambio sustancial en el carácter de la mercancía. Y para apreciarlo no tenemos que ir a la fábrica sino a los escaparates. La diferencia se aprecia… en el consumo.” Por ejemplo, un auto ya no vale por el servicio que presta ni por lo que se pagó, sino por el prestigio que representa.” Resumiendo algunos conceptos, “Tenemos… que ahora la mercancía se ha hecho autónoma, convirtiéndose en el sueño o ideal de esta sociedad…”. Añadiendo algunos ejemplo más, se concluye que “El proyecto benjaminiano busca la identificación de los sueños de nuestro tiempo: lo que les da vida y lo que los frustra. Los sueños que le animan de hecho son los de los escaparates. Pero esos sólo acarrean la frustración del sueño verdadero, el sueño de felicidad a cuyo servicio quiso ponerse la técnica en sus inicios”
Con respecto al progreso, Benjamin lo relaciona con el fascismo, ya que ambos tienen en común que desprecian el costo humano y social que lleva consigo su realización. En el fondo se pagan resignadamente los costos, pues es evidente que toda iniciativa para alcanzar un objetivo los tiene. La visión progresista de la historia (el objeto principal de su crítica) es que el progreso se produce gracias a los triunfos y los triunfadores, pues ser triunfador es señal de ser el mejor, quien civiliza a los bárbaros, quien potencia las habilidades latentes del hombre. Lo grave de esta visión “no es tanto que produzca víctimas sino que las justifique y, por tanto, que las reproduzca indefinidamente.” No está de acuerdo con ese progreso que menosprecia los costos de vidas humanas sobre el que se construye. “Lo que significa supeditar la humanidad al progreso lo cuenta bien el escritor Juan José Millás… Cuenta la salida masiva de automovilistas (como en fin de semana largo desde Santiago)… El resultado de esa alocada huída son cuarenta muertos en la carretera. Pero la noticia periodística no son los muertos, sino los descomunales atascos (tacos)… Como con los muertos ya se cuenta, lo que vale es la velocidad de los desplazamientos… El gran problema de la mentalidad progresista es no saber ubicar la sorpresa en el lugar preciso… El mal del progreso es el olvido. Para construir hay que mirar hacia delante, decían después de la segunda guerra mundial.”
“No habría que pasar por alto la novedad del progreso en tiempo de globalización…Si hubo un tiempo en que el progreso se nutría, en el proceso de creación de riquezas, de la explotación de los trabajadores, de la conversión de negros africanos en esclavos o de la opresión de los pobres, hoy ya no necesita de ellos… todo aquel que no forme parte de la cadena de producción de riqueza… está demás… es un estorbo”
A que viene el nombre de Kundera en todo esto se preguntarán… bueno, en un extracto que incluyo de La Insoportable Levedad del Ser, plantea algo que está inserto en la obra de Benjamin. Aquella posibilidad del proyecto frustrado, del perdedor cuya posibilidad permite iluminar el presente. Eso es justamente lo que hace Kundera al pensar sus personajes, creyendo ver en cada uno la posibilidad de algo que él mismo pudo ser. A través de este análisis de posibilidades construye uno de los mejores libros que he leído hasta ahora. A continuación dicho extracto.
“Como dije ya, los personajes no nacen como los seres humanos del cuerpo de su madre, sino de una situación, de una frase, una metáfora en la que está depositada, como dentro de una nuez, una posibilidad humana fundamental que el autor cree que nadie ha descubierto aún o sobre la que nadie ha dicho aún nada esencial.”
“Los personajes de mi novela son mis propias posibilidades que no se realizaron. Por eso les quiero por igual a todos y todos me producen el mismo pánico: cada uno de ellos ha atravesado una frontera por cuyas proximidades no hice más que pasar. Es precisamente esa frontera (la frontera tras la cual termina mi yo), la que me atrae. Es más allá de ella donde empieza el secreto por el que se interroga la novela. Una novela no es una confesión del autor, sino una investigación sobre lo que es la vida humana dentro de la trama en que se ha convertido el mundo.”