domingo, 25 de abril de 2010

Elegir


A quién no le gusta elegir, detenerse ante la oscilante multitud, mirar o pensar en aquello que más le apetezca en ese instante e ir por ello.

Se le puede llamar capricho, camino trasado, destino, fantasía, intuición. Todo depende de quién quiere algo, de su motivación, de su intensión. Elegir es una palabra poderosa y de doble filo: "ten cuidado con lo que deseas, porque se puede hacer realidad".

En su forma más pura elegir no existe, aunque algunos creen firmemente en que no es posible hacerlo en ninguna forma porque el ambiente y otras cosas nos condicionan a ciertas decisiones bien acotadas. ¡¿No bastará al menos con la pura ilusión?! Los metarealistas probablemente lloran por su incapacidad de renunciar a la razón. Pero aún estos realistas saben que la incertidumbre existirá siempre, lo cual les niega la visión clara de su camino de decisiones. Aunque no creen poder elegir saben que deben hacerlo de todas formas. Si no lo haces, te paralisas y tu realidad se acota.

Entonces todos buscamos acceder al abanico de mayor cantidad de posibilidades, si no para nosostros al menos para los que vienen atrás. Si la miseria de una cruz te tocó, no querrás lo mismo para tus hijos.

Sin embargo, si crees que has elegido aquello que es lo que todo ser humano debiese tener, entonces ocurre algo curioso. Le niegas la posibilidad a los que vienen de elegir. Es la autosatisfacción la más curiosa forma de encerrar a alguien en un bien limitado esquema de existencia.

Es interesante que, aquellos que quieren elegir, en algún momento dejan de hacerlo. Bueno, elegir nunca ha sido un ciencia exacta y nadie se ha salvado o salvará de experimentar una mala elección.

Hay que reconocer que ejercer el poder de elegir tiene de dulce y de agraz y a veces nos inclinamos más en una que en otra. Hay quienes se cansan y deciden conformarse pues piensan que han alcanzado lo mejor que podían y están los apostadores y aventureros que en vez de buscar la cima más alta, las quieren todas. Están también los perdedores, que siguen buscando en una testaruda resignación, y los ganadores, que viven la elección como un deporte extremo en el cual cualquier movimiento en falso será el último, donde la emoción de ganar lo es todo.

Es la insatisfacción el principal vector de cambio, de impulso a la necesidad de elegir. Hasta qué punto esa insatisfacción es superflua o profunda, puede ser lo más importante a final de cuentas.

Hay que preguntarse, junto con qué elegir, ¿por qué quiero elegir esto?

Harina de otro costal es la palabra consecuencia y responsabilidad. Para esta última lean esto.



Fuente imágenes: 1 2

2 comentarios:

Carol dijo...

Este post me hizo acordarme de una pregunta que me hicieron, en el contexto de que uno siempre le echa la culpa de lo que le sucede a las circunstancias: Imagina un momento que eres el creador/creadora de tu vida, que no tienes limitaciones. ¿Qué sería distinto a tu vida de hoy?
Se me hizo difícil responder, a pesar de que pensé que sería fácil... Ahora pienso que uno está exactamente donde decidió estar, o bien, uno no está en ningún lugar donde no decidió que estaría... El porqué que hay detrás de lo que uno decide hacer o no hacer ya es otra historia, como ilustras en tu post.
Un abrazo!

MeRiAdOx dijo...

Es un cambio de perspectiva intersante... estoy de acuerdo.

Besos