martes, 9 de octubre de 2007

Caminar

Es extraño cómo tendemos a desperdiciar los momentos que los días nos tiran en los brazos. Como si al caminar de la mano el mundo solo girara y los minutos pasaran, como si eso cotidiano simplemente fuese, como es el día, como es el aire que me penetra en los pulmones en cada bocanada.

A veces se pierde el sentido de todo y solo caminamos de la mano. Hacia cualquier lugar que ese día nos proponga. A veces hay sol y caminas sonriendo, despreocupada de los dolores que cargas. En otras ocasiones te debates en cada paso, llena de dudas, llena de todos los demás, menos de ti.

Yo también tengo mis ciclos. Porque soy igual que tú. Y camino a mis tiempos, con mirada presente en ti, pero también con mirada perdida, también con cargas pesadas que ni yo comprendo.

Vamos de la mano la mayoría del tiempo. Pero también nos alejamos. Y los días son cada vez, a sus ritmos. Y vuelvo a ti, a tus manos, a ti. Siempre vuelvo porque no voy a ningún lado sin ti, sólo me alejo un momento.

A veces tomamos el camino de lo cotidiano, a veces no sentimos que estemos realmente ahí. Las cargas son necesarias, no lo dudo. Nos aterrizan a nuestra humanidad, aunque nuestro caminar no lo sea.

Después de todo somos de carne, la sentimos palpitar entre nuestras manos, entre tú y yo, nos llena de vida cada vez, nos vacía de todo cada vez, menos de nosotros mismos, porque yo voy dentro de ti y tú me envuelves, sin que exista distancia posible entre nosotros, sin que esto tenga un principio ni un fin.

Sigamos caminando, pues lo que es cotidiano también es parte de nosotros, como los son tus días, como lo son mis tiempos. Porque siempre habrá distancias, pero nada tan infinito como el amor que siento por ti.

Rodrigo Meza L.

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